MC. JUAN MANUEL PASCUAL ALARCÓN SÁNCHEZ
ESTUDIANTE DE SEGUNDO CUATRIMESTRE DEL DOCTORADO EN EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DEL CONTINENTE AMERICANO (UCA)
PLANTEL IRAPUATO
«En el Principio existía el verbo…» Jn. 1,1.
Más allá de realizar una Apología sobre los dogmas Cristianos, quiero centrar el artículo sobre lo que se le denomina filosofía del lenguaje. Para abordarlo es necesario entender que el hombre es el resultado de una construcción social, vive un proceso denominado externalización-internalización-externalización; es decir, en un primer momento el nuevo ser se encuentra -desde la gestación- en una constante interacción con el mundo –ya organizado- que lo espera y que lo recibirá, transmitiéndole códigos socio-culturales en preparación a su incorporación a éste (externalización); en un segundo momento, “el animal humanizado” asimila en su individualidad y subjetivación lo que la estructura socio-cultural le ofrece (internalización); por último el Ser Humano se adhiere a a la sociedad que – a priori- se encargó de configurarle por medio de signos diversos (externalización). Lo que la sociedad espera del hombre se vive en el último eslabón de la triada y ésta, es una práctica constante y que no termina hasta que concluye la existencia del mismo ser humano.
El Lenguaje es parte de esta construcción social, es el móvil para lograr la socialización y es el signo primero que le da existencia a todo lo que nos rodea y de lo que formamos parte; es desde esta dimensión cuando afirmamos que “en el principio existía el verbo…”, el verbo –lenguaje- nos posibilita la facultad de nominar (nombrar), por el lenguaje es por lo que otorgamos y conocemos todo.
La palabra que el hombre pronuncia se adhiere al individuo a través de una significación del mundo externo, ésta intenta cognoscitivamente interpretar el mundo exterior, identificarlo y nombrarlo: los objetos son observados y observables, luego entonces generan una representación mental y posteriormente se hacen asequibles cuando decimos su nominación e intentamos conocerlo dando su concepto; le corresponde al Ser Humano utilizar todo el sistema lingüístico que le representará un sinnúmero de significados y significantes en la utilización del mismo, también le corresponde al individuo colectivizado utilizarlo para identificarse y nombrar lo que en conjunto les dará sentido a su existencia.
Jacques Lacan dice: “Antes de la palabra nadie es ni no es”, es decir, no existe nada si no lo conocemos y nombramos, estaríamos en un vacío constante que se caracterizaría por la incomprensión del mundo, viviríamos como cual balsa perdida en el océano sin visualizar límites y fronteras que generaran seguridad; recordemos –por ejemplo- cuando la conquista española sometió a los pueblos originarios de lo que se le nombró Centro América [de aquí que el lenguaje también tiene una función de poder –pero eso es cuestión de otra reflexión-] el resultado efectivo de ello, no solamente fue el uso de las armas superiores por parte de los españoles, ni la brutal cristianización y conquista ideológica; sino precisamente fue la NEGACIÓN DE HABLAR SU LENGUAJE, concurriendo así que todas las referencias que tenían (dioses, relaciones sociales, representaciones mentales que les dotaban de sentido), fuesen sustituidas -más que por convicción- porque les generaría un poco de seguridad en el vacío de no poder decir su palabra.
Es pues el Lenguaje el ordenador de todo, es el lenguaje el que nos permite definir y definirnos, es el lenguaje el que CREA todo lo que el hombre cree, piensa y dice; y también es el lenguaje el que le otorga a los Seres Humanos la posibilidad de Ser.
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