Movimiento de masas hoy (II)
Por: Alberto Reyna García
Como es natural, hacia afuera y al interior de los diversos frentes sociales se libra una importante batalla política e ideológica; por un lado, contra la política neoliberal y, por otro, en cuanto los objetivos y formas de lucha en la actual etapa.
Como es lógico, entre los diversos movimientos existen diferentes concepciones de la lucha y objetivos, producto de sus propias experiencias, grados de maduración de las organizaciones y partiendo también de los diferentes orígenes clasistas de sus componentes, etc. Al respecto existen varias posiciones a veces no muy claramente diferenciadas pero que son determinantes a la hora de establecer acuerdos y alianzas.
En primer lugar podemos señalar la posición de los que sostienen que en esta etapa de la lucha lo que está a la orden del día es la lucha radical contra el neoliberalismo y el imperialismo, es decir, la lucha por la segunda y definitiva independencia nacional que pasa por el derrocamiento, por la vía civil y pacífica, del actual gobierno producto del fraude y que dentro de esta lucha caben incluso aquellos que no están por la transformación del capitalismo en una sociedad superior (ya que forma parte de otra etapa de la lucha). Estos cambios ya no pueden hacerse por la coyuntura electoral sino por la vía de la organización de movimientos sociales combativos.
En segundo lugar, está la posición que sostiene que en estos momentos lo necesario es el derrocamiento de la burguesía, es decir, la lucha abierta, contra el
régimen capitalista, saltándose la etapa de la previa liberación nacional; también sostiene que se puede lograr por la vía de la organización y movilización civil y pacífica desde abajo y a la izquierda. Es claro que pasa por el derrocamiento del actual gobierno. Esta corriente por lo tanto es renuente a acercarse a luchar junto a las otras fuerzas, sobre todo con la que sostiene que la lucha electoral tiene viabilidad.
En tercer lugar, está la posición política que sostiene que en estos momentos lo que debe hacerse es luchar por echar del gobierno a la clase dominante neoliberal que se apoderó de la riqueza de la nación para su benéfico personal y de las empresas extranjeras. Se pronuncia por el derrocamiento del gobierno por la vía civil y pacífica, pondera la lucha electoral y presenta un Proyecto de Nación y lo somete a consulta pública, concibe el proceso electoral no como una coyuntura sino como un camino para la emancipación de la nación y el rescate del proyecto del país soberano e independiente. Hasta el momento esta corriente se muestra renuente a acercarse a la lucha junto a otras fuerzas, sobre todo a la que sostiene que la lucha es contra el sistema capitalista.
Por último, está la posición de una minoría que sostiene que para lograr la independencia nacional y transformar el régimen capitalista en un régimen superior, no queda otro camino que la lucha armada. Sin embargo, son respetuosos de la lucha de los diferentes movimientos sociales que sostienen la lucha por la vía civil y pacífica.
En una apretada síntesis podemos concluir que todas las posiciones y corrientes de opinión, coinciden en:
a) La lucha de las ideas, bajo el principio de que “sin teoría revolucionaria, no hay acción revolucionaria”;
b) Que la táctica de lucha será en base a las movilizaciones de las grandes masas; manifestaciones, mítines plantones, foros, paros, huelgas, etc.,
c) La lucha electoral en sus diversas variables, y
d) La lucha unitaria de todas las fuerzas con un programa común, con la consigna general “Ni un gobierno neoliberal más”.
Esto demuestra que la unidad del movimiento social en estos momentos no es un asunto voluntarista ni se puede lograr únicamente con llamamientos a ella o reuniendo a los principales representantes de esas fuerzas; sino que requiere de una discusión profunda, permanente, constructiva y lo más fraternal posible en el terreno político e ideológico para hacer a un lado las tesis que no se ajusten a la
realidad y que puedan entorpecer la lucha y obstaculizar la unidad o incluso pueda favorecer al enemigo.
Por eso, conviene a todas las fuerzas y referentes de la lucha antineoliberal trabajar al mismo tiempo en la unidad y en la confrontación de ideas, de manera fraternal y constructiva. Este es el punto más importante de la agenda a desarrollar y consolidar un frente único que nos integre a todos para seguir adelante.