Cuatro de cada 10 niños, niñas y adolescentes confesaron haber sido víctimas, el año pasado, de una situación de violencia verbal, física o sicológica por parte de un adulto.
La indiferencia, las groserías y palabras que los hirieron, además de golpes, fueron las principales causas que los afectaron.
Según OpiNNA Dime Cómo Te Tratan, un sondeo generado por la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SE SIPINNA), la Coordinación de Estrategia Digital Nacional de Presidencia de la República, la Unidad de Gobierno Digital de la Secretaría de la Función Pública, U-Reporte y Unicef México, 13% de las niñas, niños y adolescentes reportaron que un adulto no les hizo caso y otro 13 por ciento que los hizo sentir mal al usar palabras que los hirieron.
Además, 10 por ciento contó que les hablaron con groserías y 2 por ciento que durante 2017 un adulto les golpeó.
Ahora mismo sólo 48 países han reformado su legislación para proteger a la niñez y adolescencia del castigo corporal ejercido por padres, madres u otras personas encargadas de su cuidado y educación.
Esto quiere decir que en el mundo apenas el 8 por ciento de las niñas, niños y adolescentes viven en países que han prohibido legalmente el castigo corporal, lo que deja en desprotección a por lo menos 2 mil millones de niños, niñas y adolescentes.
«En el país, sólo en Chiapas, Ciudad de México y Zacatecas las leyes de derechos de niñas, niños y adolescentes estatales prohíben de manera expresa a madres, padres o personas que tengan la patria potestad, tutela o custodia, el castigo corporal contra niños, niñas y adolescentes como forma de corrección disciplinaria.
«Es preocupante que en México existan estados en los que, si se comprueba el vínculo familiar de quien lesiona a un niño, niña o adolescente, sea una atenuante de responsabilidad penal”, lamentó Ricardo Bucio Mújica, Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.
Advirtió que el castigo corporal es a menudo tan aceptado en la crianza que no es siquiera visto como una forma de violencia, pues pocos padres o docentes se llamarían a sí mismos perpetradores de ésta, bajo la justificación social de que los tratos humillantes hacia niñas y niños son pautas tradicionales, pero “necesarias” en la educación de “niños-problema”.
En este contexto planteó la necesidad de desnaturalizar la violencia como forma de disciplina educativa y seguir las recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño, que desde 2006 ha instado a México para que asegure que el castigo corporal sea explícitamente prohibido en los órdenes federal y estatal en todos sus ámbitos, así como para que los actos de “corrección” de adultos con niñas, niños y adolescentes sea abolido de todos los códigos civiles federal y estatales.
CRIANZA DIFERENCIADA POR SEXO Y EDAD
Entre los hallazgos del reporte destaca que los niños de 6 a 11 años de edad son a los que se les golpea más, pero son las y los adolescentes quienes reportan que a ellas y ellos los adultos les hablan más con groserías y malas palabras, no les hacen caso y los hacen sentir mal con palabras.
Mientras que los adolescentes hombres reportan más que se dirigen a ellos con groserías y son golpeados, las mujeres señalan que los adultos las hieren con palabras.
Al respecto, se infiere que es probable que como método de crianza, el empleo de las palabras durante la niñez y la adolescencia sea con los hombres de forma ruda, mientras que a las mujeres se usan para herir.
«Consideramos que, además de las acciones públicas, se debe promover un cambio cultural donde el buen trato, la crianza positiva o afectuosa sea una de las claves para evitar la violencia contra niñas, niños y adolescentes. Estos conceptos consisten en educar y formar con base en el cariño y el respeto, fomentando aptitudes y habilidades positivas para la vida”, explicó Bucio Mújica.
Al respecto, 42.2% de los niños, niñas y adolescentes refirieron que las palabras afectuosas los hacen sentir bien, así como el juego y platicar, pues son señales de buen trato de los adultos.
Besos, abrazos y apapachos son, para el 8.2 por ciento, un indicador de que los tratan bien, seguido del 6.5 por ciento que saben que los tratan bien cuando les explican las reglas del algo sin castigarlos.
Hay, sin embargo, prácticamente un 2 por ciento que reporta que, en cualquier caso, no se sienten bien tratados, especialmente en cuanto al lenguaje empleado hacia ellas y ellos.
«Las niñas, niños y adolescentes que cuentan con una crianza positiva y afectiva tienen una alta autoestima, incrementan sus habilidades sociales, cuentan con más herramientas para enfrentar las dificultades que se les presentan y desarrollan un mayor bienestar psicológico”, destacó Bucio.
Con información de Excelsior