Consultas e impactos
Por: Alfonso Díaz Rey
Recientemente se realizó la consulta pública sobre el proyecto para la construcción de un nuevo aeropuerto para la CDMX, actividad que con todas las fallas que sus detractores le imputaron o que realmente tuvo, representó el sentir de la población que emitió su opinión al respecto.
Ahora, se anuncia que otro proyecto, el Tren Maya, será sometido a consulta y que se llevaría a cabo los días 24 y 25 de noviembre próximos.
La legitimidad de una consulta depende del grado de información que posea la ciudadanía sobre el tema a consultar, y en el caso del Tren Maya es casi inexistente y prácticamente sin difusión.
La información más completa que puede reunirse sobre un proyecto, de cualquier tipo, es la derivada de una Manifestación de Impacto Ambiental y, cuando procede, complementada con un Estudio de Riesgo Ambiental, elaborados responsable y objetivamente, ya que estos instrumentos deben contemplar las relaciones de las acciones y actividades de un proyecto, en todas sus etapas, con todos los factores del medioambiente, donde los sociales y humanos deben ser correctamente atendidos y valorados, con todo y la carga subjetiva que pudieran contener.
Se conoce que el citado proyecto carece de esos instrumentos ambientales que indican a priori su viabilidad, así como las medidas de mitigación, compensación y condicionantes para llevarlo a cabo.
La carencia de una Manifestación de Impacto Ambiental, se insiste: responsable y objetivamente elaborada, impide contar con la información necesaria para tomar las decisiones correctas, sobre todo tratándose de proyectos de gran envergadura.
Un ejemplo de lo que no debe hacerse es lo que ocurre con el proyecto del Tren Interurbano México- Toluca: cuando se tenía un avance del 50% de la obra, aún no se contaba con los estudios ambientales completos [1], situación que por la falta de previsión ocasiona graves daños ambientales y eleva enormemente los costos de un proyecto.
Es más que obvia la importancia y la necesidad de que antes de ejecutar cualquier acción material de un proyecto se cuente con la Manifestación de Impacto Ambiental y, cuando su naturaleza lo exija, con el Estudio de Riesgo Ambiental correspondiente, para contar con la información previa necesaria que permita su ejecución y operación con el mínimo de contratiempos. La legislación en la materia lo exige pero la ausencia de una sana cultura ambiental y la corrupción en las esferas pública y privada obstaculizan su cumplimiento.
En este contexto están, además del Tren Maya, las refinerías de petróleo que el próximo gobierno federal tiene en mente construir. Para la concreción exitosa de estos y otros grandes proyectos es importante la participación de la ciudadanía, siempre y cuando esté a su alcance la información necesaria en tiempo, calidad y cantidad.
Sin embargo, hay un hecho que no puede pasarse por alto: la inmensa mayoría de los empresarios, mexicanos y extranjeros, tienen como prioridad sus ganancias por encima de cualquier cosa, lo que en un medio como el nuestro, en el que están acostumbrados a hacer prevalecer sus intereses con el apoyo y consentimiento de los gobernantes, puede generar contradicciones y conflictos con el nuevo gobierno.
En ese caso, la participación consciente y organizada de la ciudadanía será esencial para la defensa de sus derechos y del medioambiente, así como para exigirle a los gobernantes que cumplan bien y honestamente su función.
Salamanca, Guanajuato, 25 de noviembre de 2018
[1] Periódico La Jornada. Martes 15 de mayo de 2018, p. 30
