Por Iván Juárez Popoca
¡TAN MAL QUE ME PARECÍA ESO DE UNA ESCUELA MILITARIZADA!….me acuerdo que en Taxco, mi pueblo natal, había una que se llamaba «Secundaria México» (no sé si aún exista) y ahora cuando veo que muchos jóvenes han sido abandonados por sus padres, que no respetan nada ni tienen más ideales que la droga, el dinero y la música de mafiosos…llego a la conclusión que, quizá, podrían cambiar un poco el camino con una disciplina impuesta con rigor…podría combinarse con la meditación y la filosofía…¡ji,ji!
La explotación que se da en el Capitalismo ha obligado a que tanto el padre como la madre tengan que trabajar, a veces para subsistir, otras para tener una serie de cosas que la sociedad de consumo vende como necesarias.
La “liberación de la Mujer”, con la cual estoy totalmente de acuerdo, tiene sus aristas y una de ellas es que ahora la mamá no tiene tiempo para estar al tanto de sus hijos y hasta se ve obligada a llevar a cabo dos tareas: las labores de la casa y las de su empleo; sin que medie una justa retribución por su doble actividad.
Así, muchos niños son puestos bajo el cuidado del celular, la tablet, la computadora… y no hay una supervisión que acatar ni un modelo a seguir, más que el dictado por los que mueven los hilos de la manipulación tecnológica. Los avances técnicos en la comunicación no son malos, pero hasta hoy han sido utilizados fundamentalmente para idiotizar a la población. Por ello, como alguien dijo: “Lo celulares son cada vez más inteligentes y nosotros más estúpidos.”
Muchos jóvenes ha crecido alejados de la realidad, haciendo lo que les da la gana y pensando que lo saben y lo merecen todo. Como profesor me he percatado de que actualmente muchos padres les temen a sus hijos y son manejados, merced a los sentimientos inconscientes de culpa por no pasar tiempo con ellos. Nos fuimos de un extremo al otro: antes había una rigidez excesiva, cierta violencia y moralismo castrante. Ahora estamos en un libertinaje, en una falta de valores de peso, que han sido sustituidos por los que imponen los mercachifles de la cultura.
Tengo que admitir que de los dos extremos, la actitud que prevalece hoy, es tanto o más destructiva que la del pasado, es el resultado de una sociedad decadente y, al mismo tiempo, fomenta esa decadencia.