El sismo del 7 de septiembre de 2017, presentó características inusuales respecto a este tipo de fenómenos; tales como la magnitud de 8.2, el inicio de su ruptura y su propagación, señaló Xyoli Pérez Campos, directora del Servicio Sismológico Nacional.
Los hallazgos, publicados recientemente en la revista Nature geoscience, son resultado de un estudio liderado por expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que participan El Colegio de Michoacán y de la Universidad de Oregón.
En el trabajo se describe que el sismo se originó en una zona que está por debajo de la corteza oceánica, en el manto litosférico. “Cuando se rompe, no sólo toca la litósfera, sino también una región que no era considerada tan frágil”. Esto fue lo que llevó a los expertos a repensar por qué se rompió la placa.
Habitualmente, añadió, los terremotos rompen la parte superior del manto litosférico, pero el que afectó principalmente a los estados de Oaxaca y Chiapas se dio por debajo de ella. En esta ocasión, la parte del manto en el Istmo de Tehuantepec se comportó de forma diferente y se rompió.
Entre las implicaciones del por qué se originó el sismo, Pérez Campos precisó que es una región con alto nivel de hidratación, y que fallas preexistentes fueron hidratadas antes del movimiento telúrico, por lo que se comportó de manera diferente.
Asimismo, Pérez Campos apuntó que anualmente la Placa de Cocos se mueve unos centímetros, y eso continuará por millones de años; por lo tanto, nuestro país seguirá presentando movimientos sísmicos.
Fuente: UNOTV