Por: Eber Sosa Beltrán
Psicólogo clínico, activista interesado en los derechos humanos, en la equidad de género y el medio ambiente.
La amplia oferta de productos dirigida a ser mejor persona representa para el consumidor una complicada y riesgosa circunstancia en la cual su decisión es depositaria de un intenso anhelo de encontrar las claves para sobresalir y hacer cambios trascendentales a favor de su bienestar.
Esta búsqueda es blanco fácil para los ofertantes que promocionan el logro de estos objetivos a través de sus servicios, que incluyen en su menú experiencias místicas, retos y escaladas hacia sucesivos niveles de profundidad con testimonios de éxito y numerosos best seller.
Algo que pudiéramos decir que tienen en común estas empresas es su tendencia hacia la megalomanía es decir a soler engrandecerse y colocarse en un discurso de verdad casi dogmático donde si se quieren resultados las tareas deben hacerse al pie de la letra y donde hacer cuestionamientos se percibe como una resistencia a salir de su zona de confort.
La credibilidad que éstas sectas comerciales han adquirido a lo largo de los años ha permitido que se constituyan en mecanismos de control social aparentemente efectivos que intentan influir en las actitudes, intereses y esquemas de vida de las personas y convertirlas en seguidoras de sus líderes.
La falta de una regulación legal y la idea de que la participación en ellas es libre y voluntaria son otras circunstancias que alimentan su oscurantismo y permiten que sus adeptos sean sus principales defensores. Una nueva forma mesiánica de orden global se ha configurado de manera acrítica, ajena al pensamiento científico y limitada en su comprensión acerca del contexto.
Parecería que ante la gran incertidumbre política, social y económica de nuestro país, surgiera la imperiosa necesidad del individuo de ser guiado y domesticado con un propósito increíble, este estado de vulnerabilidad psicológica es manipulado activamente para estafar a las personas obteniendo de ellas no sólo un significativo ingreso sino su total adoctrinamiento ideológico, su libertad y dignidad están condicionadas a su obediencia y donde el demonio del fracaso es la clave de todos estos nuevos exorcismos.
Y mientras todo esto ocurre en el más tenebroso de los silencios, el ángel del éxito, ese ser omnipresente que vuela por encima de todas las circunstancias, vencedor y único, ajeno al sufrimiento y al dolor deslumbra con su existencia el camino hacia la gloria.