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#Tiemposqueno volverán ANDRÉS DELGADO, HÉROE DE LA INDEPENDENCIA, ORIGINARIO DE SALAMANCA.

¿Sabes por qué la calle Andrés Delgado lleva ese nombre?

Andrés Delgado El Giro, héroe de la lucha armada de Independencia, originario de Salamanca, Guanajuato.

Uno de los tres salmantinos que participa en la guerra de Independencia, cada uno de ellos pasa a la microhistoria regional con uno de sus apodos, La Friné, El Manco y El Giro; y en el año de la celebraciones del Bicentenario que los tres juntos reclaman ser conocidos más allá de la región y que sus actos sean reconocidos en todo México. De él sabemos que le apodaban el Giro y que “originario de Salamanca, Guanajuato. Indudablemente fue uno de los más notables guerrilleros que en el Bajío combatieron al Gobierno realista, pues el temerario valor, la audacia, las hazañas y el patriotismo de Delgado no fueron inferiores a los de Albino García, los Ortiz, Salmerón, el Anglo Americano y otros que se hicieron notables en aquel rumbo, durante la guerra de Independencia”.

Por: Benjamín Arredondo 

De sus primeros años hay datos que se encontraron en la Parroquia de Salamanca. “Cuando Andrés Delgado se presentó ante el cura Hidalgo, acababa de cumplir dieciocho años. El libro de bautismos de indios de la parroquia de Salamanca asienta la partida respectiva, diciendo que el diez de noviembre de 1792 fue bautizado un niño indio, del pueblo de Nativitas, nacido el día 7 de dicho mes, hijo legítimo de José Felipe y de María Juliana, y cuyos padrinos fueron Antonio y María Eusebia, indios del barrio de San Juan de la Presa”.

Sobre su apodo de “El Giro” hay un par de versiones que, aunque medio coinciden en el término, distan mucho en la manera de transmitir el concepto: “Alguna vez, encontrándose rodeado de sus compañeros, que lo felicitaban por los ahorros que había conseguido reunir en fuerza de privaciones y miserias, les dice con semblante satisfecho, enseñándoles su limpia camisa, su flamante sombrero de alas anchas y su calzonera de pana negra:

¿No les parece a ustedes que ahora si estoy muy giro?-“.

 

Y luego de esta referencia un tanto cuanto campirana con tintes de campechanería, vemos lo que la erudición nos dice: “Andrés Delgado le gustaban mucho los caballos y montaba muy bien, con los recursos de su trabajo tenía un buen caballo, no era entonces caro tenerlo, vestía de charro y así paseaba. Don Joaquín García Icazbalceta, en su Vocabulario de Mexicanismos, donde recopiló vocablos hace más o menos cien años, registra el termino Giro como adjetivo y copia la acepción del Diccionario de la Real Academia “hermoso, galán” y añade: “Hoy decimos giro al que está fuerte, sano, ligero. Fulano estuvo enfermo pero hay anda ya muy giro…” Así, al ver a Andrés en su buen caballo, bien montado, erguido, con aire alegre y fuerte, decían los conocidos y convecinos; “el muchacho va muy giro”, “es muy giro”, y el adjetivo convertido en sustantivo se le quedó por nombre: “El Giro”.

 

“En 1812, y cuando la revolución había cundido por diferentes lugares del país, don Andrés Delgado preséntase de nuevo en Salamanca con el carácter de jefe de una poderosa guerrilla que en combinación con la de Albino García y su hermano, el brigadier don Panchito, operaba en ese lugar, Valle de Santiago, Santa Cruz, Irapuato y otras plazas de importancia.

Desde 1812 hasta mediados de 1819, delgado fue luchador invencible en las extensas comarcas del Bajío, tuvo por compañeros a los más adictos del bando independiente, hizo con don Francisco Javier Mina, la mayor parte de las campañas, sirviéndole con lealtad y desempeñando a conciencia las delicadas comisiones que le fueron encomendadas por aquel inolvidable caudillo”.

 

“Andrés Delgado era indio, joven, de humilde origen, y se ocupaba como tejedor de mantas. No se sabe a punto fijo cuándo comenzó a luchar en favor de la causa insurgente; pero sí consta que el año de 1817 andaba unido con el padre don José Antonio Torres, con el doctor don José Antonio Magos y con don Miguel Borja, quienes mantenían el fuego de la revolución en la provincia de Guanajuato; sin dar ninguna tregua de descanso a las fuerzas realistas. El Jiro mandaba el cuerpo de Dragones de Santiago, uno de los mejores por bien armado, por sus buenos caballos y por sus expertos jinetes”.

“William D. Robinson que, aunque seguramente no conoció personalmente a Andrés Delgado, si habló y trató con muchos que lo pudieron conocer y tenían de él datos muy de primera mano, dice del Giro que era “singularmente ingenioso y muy diestro en la guerra… su valor era impetuoso, su actividad asombraba al enemigo. Tenía apenas veinticinco años y en su corta carrera había recibido veintidós heridas. Mandaba los Dragones del Valle de Santiago que formaba a la sazón el más bello y útil de todos los cuerpos patriotas de Nueva España. Sus dragones montaban los mejores caballos del país, y contra la costumbre de los patriotas, estaban siempre en movimiento y alarmando constantemente a toda la parte del Bajío entre Celaya y Salamanca”. Eso fue escrito probablemente uno o dos años antes de la muerte de El Giro, porque Robinson publicó su libro Memories of the Mexican Revolution en 1821 en Londres”. (7)

“Al anochecer del 2 de julio de 1819, las fuerzas de don Anastasio Bustamante habían salido de Salamanca rumbo a Santa Cruz, en la seguridad de sorprender al indomable guerrillero que, según las nuevas recibidas de fuente autorizada, hallábase tranquilo sin sospechar de nadie en una choza en las inmediaciones del rancho de San Nicolás situado en el fondo de la barranca de la Laborcilla. En la madrugada del 3 de julio rodean la choza soldados de Bustamante a las ordenes de don José María castillo, alférez del cuerpo de dragones de San Luis; al ruido que producen los caballos depiértase el valeroso indígena y sin tiempo de recoger sus armas, deslizase a favor de la semioscuridad por entre el grupo de los acompañantes de Castillo; aun centenar de pasos, y en el fondo mismo de la barranca, lucha cuerpo a cuerpo con el jefe de la expedición hasta caer moribundo con terrible herida de lanza en el pecho; hace esfuerzos inauditos por levantarse y al fin lo consigue, apoya sus espaldas sobre unas piedras arráncase del pecho el arma mortífera y hiere con ella a Castillo y a tres de los soldados que lo acompañaban. La rendición del héroe se hace imposible y desde lejos y lapidándolo, es como logran terminar con su existencia.

El 3 de julio de 1819, por la mañana, agolpábanse numerosos vecinos de Santa Cruz frente a la capilla de bóveda, vetusta construcción de aspecto imponente que no ha mucho fue derriba desde sus cimientos. Allí, en el interior de la ruinosa capilla, como sangriento despojo e los rencores de la época, yacía el decapitado cuerpo de don Andrés el Giro; la cabeza había sido llevada en son de triunfo a la tierra natal del insurgente”. (8)

 

“El padre del Giro acaso solo por serlo, dice Alamán –citado por Zárate- había sido fusilado en la Hacienda de Pantoja en Febrero de 1816, por orden del comandante Realista Monsalve.

En cuanto a la madre, conocemos una solicitud de pensión, que presenta y se tramita, ya consumada la independencia y establecida la república, documento que transcribo como epílogo de todos los trágicos sucesos relatados; dice: “la viuda, madre don Andrés Delgado (alias el Giro) con el respeto y sumisión debida dice a V.A.S. que por los documentos que acompaña acredita que soy viuda, y madre del citado Delgado. Por ellos también conocerá de V.A.S. los pequeños esfuerzos que casi en todo el discurso de la guerra sin intermisión alguna, hizo mi hijo para librar a sus conciudadanos del yugo extranjero, hasta el 3 de julio de 1819 que la división del Exmo. Sor General Bustamante lo sorprendió en las lomas de San Cruz. Si estos cortos servicios unidos a la constante necesidad que padezco fueren en la consideración V.A.S. espero que se me declare comprendida en el arto. 10 del soberano decreto de 19 de julio; y que en estas administraciones nacionales se me de la pensión que V.A.S. estime justa y conveniente. Por lo cual a V.A.S. rendidamente suplico tenga la dignación de acceder a mi solicitud en lo que recibiré la mayor merced. –Sermo. Señor- no se firmar. –al margen: Méjico, octubre 10 de 1823. Pase a los comisionados. –Herrera, rúbrica”.

¿Quieres saber más historias de Salamanca?

Visita el blog del historiador salmantino Benjamín Arredondo.

https://elsenordelhospital.blogspot.com/

 

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Licenciada en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Relaciones Públicas, maestría en Mercadotecnia y docente. Interesada en educación, medio ambiente y derechos humanos.
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