Las luchas sociales y los trabajadores en México
Por: Manuel De la Torre Rivera
Pretender abordar este espinoso y complejo tema desde el limitado bagaje cultural de un ciudadano común como es el caso de quien esto escribe, ronda los linderos de lo increíble pero si se acota esta pretensión, al modesto objetivo de señalar sólo algunos movimientos visibles en diferentes regiones del país, con características motivacionales diversas, pero que tienen un trasfondo común que parece apuntar a la búsqueda de la justicia social, ambiental y cultural, y que a la vez, señalan un origen de tronco común en la falta de equidad económica prevaleciente en un país donde la riqueza generada por todos, se concentra en muy pocas manos.
Aceptar la causa raíz de muchos de los problemas que hacen que las comunidades del país se movilicen es ya en sí, un avance importante porque permite desde el inicio ver hacia donde se mueven. Correspondería a cada una de las comunidades en función de su contexto, recursos, nivel de conciencia y organizativo, definir cuál es la vía para alcanzar su objetivo particular.
No es común observar una sola forma de organización, sino más bien se observa una gran diversidad en estas y de tácticas de lucha que denotan gran capacidad para crear e innovar instrumentos organizativos comunitarios, como son sindicatos, cooperativas y asociaciones, hasta frentes, movimientos, partidos políticos y diversas tácticas de resistencia, que van desde marchas, plantones, mesas de información, bloqueos de vías de comunicación hasta paros, huelgas, toma de edificios y creación de guardias comunitarias.
Es significativo que en la mayoría de los movimientos se haya perdido la confianza en los partidos políticos tradicionales y en los grupos autodenominados vanguardistas, pero que aún persistan en acciones espontáneas y adolezcan de acciones solidarias en las que se busque el establecimiento de vínculos comunitarios más amplios, así como la falta de confluencias de las líneas estratégicas con otros grupos.
Estos breves comentarios permiten ver la existencia de múltiples movimientos sociales dispersos en nuestro país, situación que se había superado hace más de 80 años, cuando el movimiento sindical de la época Cardenista aglutinó a trabajadores electricistas, petroleros, ferrocarrileros y minero metalúrgicos entre otros, como poderosa fuerza laboral en apoyo de la expropiación y nacionalización de la industria petrolera.
Ese poderoso movimiento social – laboral de la década de los 30’s del siglo XX, fue decayendo en la etapa de postguerra en que se reprimió con el pretexto anticomunista de la guerra fría y se profundizó con el surgimiento de la etapa neoliberal, en la que por vías reformistas se acabó con las luchas sindicales sustituyéndolas por sindicatos blancos y de perfil pro empresarial, sumiendo a la clase trabajadora en el abismo de la pérdida de sus derechos contractuales, la inmovilidad salarial y la subcontratación laboral.
Es evidente una serie de reacomodos en la geopolítica planetaria en la que el repliegue del poderío estratégico del mundo unipolar de los Estados Unidos en su dominio en Asia, Europa y Oriente Medio ante el avance de las potencias emergentes de Rusia y China, está obligando a concentrar su atención en lo que para ellos es su traspatio y recuperar su hegemonía, para la que estorban Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ya en Bolivia están sacando a relucir su tradicional lenguaje político.
Toca a los pueblos de latino américa conocer sus debilidades y unir sus fortalezas para hacer frente de la embestida del capital trasnacional y para ello es necesario que la organización política de nuestros pueblos avance en la profundización del proceso democrático participativo en defensa de nuestra soberanía y la de todos los pueblos de américa latina.
