La onicofagia es un hábito compulsivo que se manifiesta en que la persona que lo sufre se come las uñas. Con el tiempo puede provocar múltiples lesiones físicas tales como problemas en los dientes, deformación de la cutícula, formación de verrugas, infecciones, afectación por hongos o bacterias e incluso la elevación de los bordes laterales del dedo.
En los casos más graves, estos efectos pueden provocar incluso la pérdida total de la uña. Es una conducta frecuente entre niños y adolescentes que tiende a desaparecer en la edad adulta.
Su aprendizaje comienza generalmente en la niñez por observación de otros realizando este hábito. Pasado el periodo de la niñez, y ya en la adolescencia, el morderse las uñas puede verse modificado por otro tipo de conductas tales como morder el bolígrafo, mover el pelo, fumar, etc.
Las consecuencias de morderse las uñas pueden ser sociales, emocionales y físicas. Las físicas pueden ser problemas en los dientes, encías, digestivos, lesiones en los labios y en las cutículas, infecciones en las uñas o malformaciones en los dedos.
Aunque en principio es un hábito al que estamos acostumbrados y no se le suele dar importancia, puede provocar diferentes consecuencias en la persona, especialmente de tipo físico, siendo algunas de ellas graves e incluso irreversibles.
Esta conducta suele empezar en la niñez, tiene su punto álgido en la adolescencia y en la etapa adulta suele desaparecer. Pero en otros casos persiste derivando en unas consecuencias graves o muy graves en algunos casos.
En cualquier caso, y sea cual sea el motivo por el que comenzó el problema, existen unas consecuencias importantes de morderse las uñas que muchas veces se ignoran o desconocen. Estas consecuencias pueden clasificarse en tres categorías: a nivel social, emocional y físico.
Principales consecuencias de morderse las uñas
Consecuencias a nivel social
En muchas ocasiones mantener el hábito de morderse las uñas puede derivar en situaciones de aislamiento social, timidez, e incluso fobia social. La persona es consciente del mal aspecto que presentan sus uñas e incluso sus manos, y es una parte de nuestro físico que suele estar muy a la vista.
En ocasiones se intenta ocultar las manos provocando nerviosismo por el temor a que lleguen a verse. En los casos más graves la persona puede evitar reuniones sociales, e incluso trabajos en los que tenga que estar expuesto para ocultar su problema.
También puede darse una estigmatización social, en la mayoría de los casos fomentada por los familiares o personas del entorno. Es habitual que se le hagan comentarios a las personas que se muerden las uñas del tipo “deja de hacerlo, mira que uñas más feas” o “es una costumbre muy desagradable”.
En el caso de que esto ocurra con los niños puede generar un sentimiento de culpa y vergüenza profundas que derive en unas consecuencias a largo plazo, en la edad adulta como baja autoestima o inseguridad.
Consecuencias a nivel emocional
El hecho de morderse las uñas y no poder dejar de hacerlo puede acarrear graves consecuencias emocionales como tristeza, ira o baja autoestima. Como ocurre con cualquier mal hábito, el intentar dejarlo y ver que no se es capaz puede disminuir la confianza de la persona en sí misma.
En este caso se es consciente de que continuar con esta costumbre es perjudicial para la salud y la estética y no aporta nada bueno. Pero aun así la persona no puede dejar de hacerlo. Como ocurre con el caso de otros malos hábitos es posible que la persona necesite ayuda y apoyo externo para lograrlo.
Problemas en los dientes
Quizá sea esta una de las consecuencias principales y más graves de mantener este hábito a largo plazo. Al morderse las uñas, los dientes se pueden deformar, desgastar e incluso salirse de su posición natural.
Según han indicado los expertos en este campo, al morder se producen microtraumatismos que van provocando la pérdida gradual del esmalte de forma prácticamente imperceptible. Y en el caso de las personas con prótesis dentales se pueden llegar a fracturar. Igualmente es más probable la aparición de caries en la zona del diente afectada.
Una de las consecuencias derivadas de lo anterior es el aumento de sensibilidad al morder o tragar, con las molestias que esto conlleva. En los casos más graves puede aparecer dolor en la mandíbula por el constante esfuerzo y movimiento que se está haciendo al morder.
También puede darse el caso de que al modificarse la posición natural de los dientes se llegue a modificar la forma de la mordida.
Problemas en las encías
En los casos más graves, en los que el hábito de morderse las uñas se haya mantenido durante mucho tiempo, pueden aparecer lesiones en el tejido de las encías.
Este tejido es muy sensible y nos protege de las bacterias y otros agentes patógenos. Si este tejido se daña puede derivar en enfermedades como la gingivitis (inflamación de las encías) y periodontitis (sangrado de las encías, mal aliento).
Problemas digestivos
En las uñas se acumulan con facilidad mucha suciedad y bacterias. El hecho de estar en contacto directo con esta superficie puede derivar en problemas e infecciones del aparato digestivo. Y particularmente pueden aparecer problemas estomacales cuando la persona además de morderse las uñas las ingiere.
Lesiones en los labios
En algunos casos pueden aparecer anomalías infecciosas como verrugas o herpes en la zona labial por el contacto y roce continuado con las uñas. Deben de tener especial cuidado las personas que tengan verrugas en las manos, porque al tener un contacto constante con la boca es posible que se propague la aparición de éstas por los labios.
Lesiones en las cutículas
La función de la piel que tenemos alrededor de las uñas, entre otras, es protegerla de posibles infecciones. Al morderse las uñas es muy frecuente dañar y morder también la cutícula. De esta forma nos exponemos a infecciones causadas por bacterias, hongos o virus, porque esta piel deja de protegernos.
Deformaciones en los dedos
En los casos más graves, en los que el hábito de morderse las uñas se mantiene desde niño hasta entrada la edad adulta, puede aparecer una deformación en los dedos. Se elevan los bordes laterales del dedo o se tuercen en su crecimiento provocando la deformación irreversible de los mismos.
Morderse las uñas afecta al crecimiento normal de éstas
Crecen de forma desigual, y sin cubrir toda la superficie necesaria. La uña se convierte en una superficie irregular, y propensa a romperse porque las capas de la uña no se distribuyen de forma uniforme al morderla.
Se pone en contacto directo con diferentes bacterias que pueden causar enfermedades de distinta índole. Las uñas es un sitio en el que con mucha facilidad se acumula suciedad y puede haber bacterias.
Algunas de las bacterias que solemos acumular en esta zona del cuerpo son la Salmonella y E. Coli, que pueden provocar graves problemas de salud. Al mordérselas estas bacterias se transportan a la boca y por tanto al resto del cuerpo. Esto puede derivar en diferentes enfermedades e infecciones en cualquier parte del organismo.
Infecciones en las uñas y los dedos
Las bacterias y gérmenes que hay en las uñas y en las zonas cercanas pueden acceder al organismo a través de pequeñas heridas que aparezcan alrededor de las uñas. Este tipo de infecciones pueden causar hinchazón y/o dolor en las zonas que están cercanas a la uña y son muy habituales entre las personas con este hábito.
En los casos más graves, con el tiempo, la uña puede dejar de crecer, quedando pequeña y deformada para siempre. Esto ocurre si se llega a dañar la matriz de la uña que se encuentra por debajo de la cutícula.
Este daño es irreversible por lo que una vez dañada no se puede reparar. En los casos más graves puede incluso darse el caso de perder la uña por completo y nunca vuelve a crecer.
Causas que desarrollan el hábito de morderse las uñas
Aunque existen diferentes teorías que explican la adquisición de esta costumbre, la mayoría están de acuerdo en señalar que se trata de un hábito que se adquiere en la niñez y se perpetúa en la edad adulta.
Y en otros casos, cuando comienza a hacerse en una edad más avanzada puede ser una conducta que resulte del estrés o la ansiedad que sufre la persona en un momento determinado.
Se trata de una manera de aliviar la tensión, que se convierte en muchos casos en un gesto automático. Cuando la persona siente ansiedad se muerde las uñas y siente una relajación y alivio al hacerlo.
Algunas personas solo lo hacen ante situaciones o momentos puntuales que generan mayor tensión, por ejemplo ante una entrevista de trabajo, un examen, un divorcio, etc.
En este caso, aunque el hábito haya empezado por una situación puntual, una vez adquirido es muy posible que se perpetúe y a la persona le resulte complicado dejar de hacerlo aunque el acontecimiento que lo ha provocado haya desaparecido.
Factores emocionales
Puede resultar también de la combinación de una serie de factores emocionales como la tristeza, la ira, la preocupación, la inseguridad, la vergüenza, el miedo e incluso el aburrimiento lo que puede derivar en tener este hábito. En otros casos, aunque es menos frecuente, la persona lo hace por una emoción intensa ante un acontecimiento positivo y alegre como recibir una buena noticia.
En cualquier caso, las personas que se muerden las uñas, han asociado esta conducta con una forma de relajarse y tranquilizarse. También se suele asociar con una situación concreta, por ejemplo, mientras espero el autobús me muerdo las uñas. Por lo tanto, siempre que te encuentras en la situación esperando el autobús, te muerdes las uñas porque ya está asociado.
Por este motivo resulta tan complicado dejar de morderse las uñas porque carecen de una alternativa en la que buscar tranquilidad o liberar tensiones y porque está asociado de forma muy fuerte. Tanto que la mayoría de las veces se hace de manera inconsciente.
Tratamientos
Dejar este hábito cuando se lleva años con él es una tarea muy difícil. Las personas que lo llevan a cabo suelen indicar que lo hacen casi de forma inconsciente y que una vez que lo están realizando les resulta muy difícil dejar de hacerlo. Pero vistas las posibles consecuencias que puede tener es muy recomendable empezar a intentarlo.
Productos
Por un lado, existen diferentes productos que pueden utilizarse para echárselo en las uñas y en las zonas de alrededor de ésta. En algunos casos se utilizan para dar un sabor amargo y desagradable a las uñas y en otros, la función del producto es endurecer la uña de forma que sea difícil morderla.
Pero debe tomarse ésta como una solución temporal, porque en la mayoría de los casos, la persona acaba acostumbrándose al sabor del producto y no le impide continuar con el hábito a pesar de utilizar dicho producto.
Cuidado de uñas
Otra opción, puede ser empezar a cuidarse las uñas. Es especialmente eficaz en los casos que el aspecto de sus manos provoque vergüenza y aislamiento. Cuidar las uñas, cortarlas, pintarlas, etc. y ver el buen resultado y efecto resultante puede conseguir que la persona consiga el autocontrol necesario para dejar de morderlas.
También se puede recurrir a realizar una manicura de gel para evitar el contacto directo con la uña y no poder morderla. Pero en muchas ocasiones y tras un periodo prolongado con este tipo de manicura, la uña puede verse dañada.
Además el hecho de utilizar este tipo de manicura hace que haya una propensión mayor a la infección porque entre la uña postiza y la auténtica pueden acumularse gérmenes, humedad que deriva en la aparición de hongos, etc.
Terapia
En otros casos, si el problema persiste y el hábito deriva de una situación de ansiedad o estrés, es conveniente acudir a un profesional de la salud mental para tratar el problema de base. Eliminando la ansiedad o aprendiendo herramientas para gestionarla de una forma saludable puede evitarse el hábito de morderse las uñas.
Cambio de hábitos
El cambio de hábitos será necesario si se quiere intentar dejar de comerse las uñas sin ayuda de un profesional. Resumidamente, se trata de cambiar el hábito de comerse las uñas por otro que provoque bienestar o relajación.