La contingencia por COVID-19 sigue siendo una realidad a lo largo y ancho del país y el mundo; y en Salamanca no es la excepción; como lo siguen indicando las autoridades sanitarias, es una obligación el uso de mascarilla, lavarse las manos constantemente, el uso de alcohol en gel y sobre todo guardar una distancia de al menos 1.5 metros; sin embargo, el uso de estas medidas, principalmente el del cubrebocas, ha creado un escenario alarmante ya que hoy día es común ver estos accesorios de higiene tirados por doquier.
Una mascarilla promedio tiene un peso de 30 a 150 gramos, evidentemente depende del modelo y las capas que incluya, cada mexicano estaría desechando en promedio más de un 1 kilo de mascarillas cada dos semanas, según un artículo publicado por Forbes.
Uno de estos cubrebocas tarda más de 400 años en desintegrarse y si se encuentra en el mar no solo amenaza a las especies como peces, medusas y arrecifes de coral sino a la vida humana.
Por supuesto que está situación ha afectado todos los rincones del municipio, incluidos el río Lerma y cualquier otro manto acuífero.
Si sumamos esta nueva causa de contaminación a otras que se viven en la ciudad, los focos rojos se prenden y es momento de empezar por nosotros, como ciudadanos.
Según las instituciones de salud y expertos en la materia, lo más recomendable es tirar los tapabocas desechables en un contenedor cerrado, es decir, alguna bolsa plástica o recipiente; si se está en un centro de salud, deben ser depositados en un cesto con bolsa roja para desechos de riesgo biológico.
Otra de las recomendaciones que hoy por hoy son de suma importancia es que se debe sacar la basura en los días que pasa el camión recolector.
La pandemia continúa y mientras se sigan necesitando de estos aditamentos para nuestra protección, se deben cuidar también las medidas para desecharlos, no tirarlos y sobre todo cuidar nuestra hermosa ciudad y a los nuestros.