DOCTORANTE EN EDUCACIÓN (MARIA DEL ROSARIO ARGENTINA PÉREZ LARA)
Estimados lectores, les invito a revisar esta pequeña reflexión sobre la institución que conocemos como escuela, cabe mencionar que en ningún momento se pretende menospreciar el papel tan importante que esta tiene en la sociedad, más bien se invita a visualizar el impacto que tendría en la misma, si pudieran realizarse en ella algunos cambios que le permitan tomar una dirección distinta.
Comenzare dando respuesta a la siguiente interrogante ¿Cómo se aprende? Resulta que desde pequeño el ser humano está dotado de capacidades que le facilitan su relación con el mundo, de este modo lo conoce y asimila al interactuar en él. El cerebro es el órgano encargado de esta función ya que está programado de tal manera que es inevitable aprender, es decir, el ser humano no se puede negar al aprendizaje, aprende quiera o no hacerlo; más en el proceso de aprendizaje, es necesario considerar dos aspectos que de algún modo determinan que es lo que se aprende: la genética y el medio ambiente.
Cuando se realiza el análisis del comportamiento genético sobre la capacidad cognitiva que posee y desarrolla una persona, las investigaciones y avances científicos demuestran que la genética que posee cada individuo puede ser un elemento a favor o en contra para que se dé un aprendizaje más eficiente. De acuerdo a Piaget el desarrollo cognitivo depende de la maduración del cerebro y del sistema nervioso. Por otro lado tomando en cuenta el ambiente que rodea a la persona, Vigostky afirma que el entorno en que este se desenvuelve facilita u obstaculiza su desarrollo.
Aprender por iniciativa e interés propio es lo que algunos autores lo denominan aprendizaje fisiológico o silvestre, a diferencia de un aprendizaje pedagógico que es llevado a cabo por las escuelas y que posee una metodología o estrategias didácticas distintas basadas en un currículo en el cual se determina el Qué, Cómo, Cuándo y Para Qué se aprende.
Como lo he comentado con antelación, debido a la plasticidad que tiene el cerebro, es ineludible que el ser humano aprenda, y entonces, si se le confiere a la escuela el poder de realizar de manera formal este tipo de función, me pregunto ¿No debería ser esta uno de los ambientes más apropiados para que el aprendizaje se realice? Ahora bien ¿Por qué muchos de los alumnos no quieren asistir a ella? O ¿Por qué al asistir, no encuentran un beneficio que cubra sus expectativas? Estas y más preguntas son las que me hacen reflexionar sobre el rol que la escuela tiene actualmente en la sociedad.
Una hipótesis al respecto es que tal vez la institución debido a los intereses políticos y sociales de los cuales no puede separarse y su necesidad de cubrir planes y programas ya establecidos, ha dejado de considerar algunas aportaciones pedagógicas de relevancia para que el alumno desee aprender, de ahí que el alumno se niega a hacerlo.
(Ausubel, 1983) Plantea que un aprendizaje es significativo cuando los contenidos: Son relacionados de modo no arbitrario y sustancial con lo que el alumno ya sabe. Por relación sustancial y no arbitraria se debe entender que las ideas se relacionan con algún aspecto existente específicamente relevante de la estructura cognoscitiva del alumno. Lo resume de la siguiente manera: «Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un solo principio, enunciaría este: El factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese consecuentemente».
Por otro lado (Coll, 1990) afirma que de acuerdo a la concepción constructivista: el alumno es el responsable de su propio proceso de aprendizaje. Él es quien construye (o más bien reconstruye) los saberes que obtiene, y éste es un sujeto activo cuando manipula, explora, descubre o inventa, incluso cuando lee o escucha la exposición de los otros.
Si es cierto lo anterior y la hipótesis llega a confirmarse, entonces la escuela debería de cambiar esa concepción tradicionalista del aprendizaje, donde el maestro es quien posee el conocimiento y el alumno es como un recipiente vacío donde debe desembocarse toda esa información, por el empleo de un enfoque constructivista donde el alumno sea el responsable de su propio aprendizaje y por ende participe activamente en la obtención del mismo.
Por otro lado, sería necesario replantear los contenidos del currículo cuyo objetivo debería centrarse en el logro de aprendizajes significativos, donde el alumno no solo sea capaz de relacionar los contenidos previos con los que está por adquirir, sino además que el conocimiento que adquiera, sea acorde a la realidad en que se vive y por consiguiente tenga sentido y sea importante para ellos.
No obstante lo expuesto, no es menos cierto destacar la necesaria vinculación entre la escuela y la sociedad, pues funcionando la primera de la manera más idónea, sería un excelente medio para lograr una mejor educación y un lugar de interés y agrado para los estudiantes.