Las patologías relacionadas con la espalda no sólo pueden generarse por problemáticas físicas como lesiones, es posible su aparición debido a situaciones de estrés que se prologan en el tiempo. De hecho, en la actualidad y gracias a los estudios existentes al respecto, es posible afirmar que el estrés es un factor que incrementa el riesgo de padecer dolores en la zona. Este tiende a alterar el estado de los nervios que facilitan el funcionamiento de los músculos, provocando la formación de contracturas.
El estrés incrementa la tensión nerviosa
La espalda se encuentra sometida a un constante estrés que, aunque a corto plazo no genere ningún tipo de dolor, puede llegar a provocar numerosas contracturas musculares inducidas por la tensión nerviosa. El estrés provoca que los nervios se encuentren más rígidos y éstos, a su vez, en este estado contraen los músculos y comprimen las vértebras. De esta forma, los discos intervertebrales se agolpan en una menor cantidad de espacio y terminan presionando la raíz nerviosa que sale de la columna vertebral. Esto vuelve a provocar que los nervios se inflamen y generen nuevas contracturas.
En la relación del dolor de espada y el estrés también pueden participar otros factores. Cuando padecemos estrés durante largas temporadas, las estructuras nerviosas se activan, pueden disminuir nuestro umbral del} dolor y percibir este de forma más intensa de lo normal. Además, el estrés, por una mera cuestión psicológica, puede disponernos negativamente ante el dolor, asumiendo que nunca vamos a poder librarnos de él.
De esta forma, el estrés puede aumentar, por sí mismo, el riesgo de sufrir dolores directos en la espalda y, por otro, puede canalizar negativamente nuestra predisposición a recuperarnos de una patología de este tipo. Los largos periodos de inactividad física o una excesiva tensión emocional pueden generar, en consecuencia, que los dolores en esta zona del cuerpo se alarguen indefinidamente en el tiempo.
Prevención del estrés
En estos casos, la ayuda de un profesional de la psicología va a resultar tremendamente efectiva. Pues el primer paso en la superación de estas dificultades va a residir en la resolución de las situaciones que están provocando el estrés. Si la problemática aparece tan sólo ocasionalmente, seguramente el médico d e cabecera pueda ayudarnos sin necesidad de recurrir a un especialista en la materia, sin embargo deberemos contemplar esta última posibilidad en el caso de que surja con frecuencia.
Igualmente, existen alguno métodos sencillos a través de los cuales podemos prevenir el estrés de forma efectiva: mantener un alto grado de actividad física, ya sea a través de tareas rutinarias, trabajo o la práctica del deporte, conocer y llevar a cabo las técnicas de higiene postural que nos enseñan como adoptar posturas y realizar correctamente los movimientos habituales de nuestra vida cotidiana y, por último, desarrollar la musculatura de la espalda, de forma que hagamos más complicada la generación de dolencias en la zona.
Atresmedia