Empleo, ganancia y corrupción
Por: Alfonso Díaz Rey
En días pasados una noticia ocupó importantes espacios en los principales periódicos de circulación nacional: la caída en la generación de empleos durante el mes de mayo, con relación al mismo mes del pasado año.
De inmediato las cúpulas empresariales emitieron su diagnóstico en el sentido de que la carencia de inversión se debió a la desconfianza de los inversionistas y a la austeridad en el gasto público.
¿Qué diferencia hay entre las condiciones prevalecientes en mayo de 2018 y las actuales?
A mi juicio, además de una nueva administración pública federal, la lucha contra la corrupción emprendida por esta, la que a no pocos grandes empresarios afecta cuando se intentan eliminar prácticas nocivas al erario y se ejerce un control más estricto del gasto público.
Al parecer, el ambiente de exagerada corrupción que prevaleció en el país y las modificaciones regresivas a la Constitución y a las leyes laborales, sobre todo a partir de la última década del pasado siglo, favorecieron la confianza de muchos de los grandes empresarios para realizar inversiones; sin embargo no lo hicieron para crear empleos, sino para incrementar sus ganancias al amparo de irregularidades en el manejo del presupuesto, las obligaciones fiscales y los bienes propiedad de la nación, en complicidad con altos funcionarios públicos.
Los empleos formales que se crearon fueron, en la gran mayoría de los casos, precarios; situación que les permitió elevar aún más sus ganancias, también al amparo de las modificaciones a las leyes laborales; además, el tratamiento fiscal a poderosos grupos económicos, mediante la exención y devolución de impuestos, es otra fuente para el incremento de sus ganancias.
Los capitalistas invierten para obtener ganancias y con ello reproducir e incrementar su capital; cuando las condiciones económicas o políticas no les son propicias para alcanzar la ganancia esperada, simplemente retiran su inversión, no sin antes, mediante presiones y amenazas de distinto tipo, intentar retornar a las condiciones más favorables para ellos.
Visto así, sin esfuerzo puede inferirse que muchas cosas no funcionan en una sociedad en la que la producción de los bienes y servicios necesarios para que sus miembros vivan dignamente dependa de una minoría que es poseedora de los medios de producción, de las riquezas naturales y que solamente ve por sus intereses de clase.
En estas condiciones, el nuevo gobierno podrá paliar algunos de los efectos que tal situación provoca en el pueblo, pero como no tenemos un gobierno anticapitalista, las causas que generan los graves problemas nacionales seguirán vigentes.
Además, la poderosa presencia del capital local y extranjero en nuestro país, aliados en la defensa de sus intereses, recurrirá a todo tipo de recursos para evitar cambios que le hagan perder hegemonía.
Uno de los principales obstáculos para lograr en nuestro país una transformación real, que se refleje en bienestar para el pueblo mexicano, es la enorme dependencia que en casi todos los aspectos de la vida se tiene de Estados Unidos, específicamente del capital monopólico.
Por ello la transformación a la que aspira el pueblo y requiere nuestro país solamente podrá realizarse con el concurso consciente, organizado y decidido de los más amplios sectores populares, de otra manera, será una burda caricatura.
NEGOCIOS SON NEGOCIOS. Pemex de tener un gran Director General del nivel de su grandeza. Por eso recomiendo al magnate banquero y petrolero Anthony James Rothschild , este joven israelí saudita pertenece a la familia más rica del mundo que además salvó a la petrolera Shell de la quiebra ubicándola en los mejores lugares del mundo , su primer acto oficial fue incrementar los salarios al triple con una altísima productividad.