Quienes pensaron que con las declaraciones del gobernador de Guanajuato, del procurador ambiental y de ordenamiento territorial en el estado, el presidente municipal de Salamanca, los empresarios del estado, los vecinos de la comunidad de Valtierrilla, el Consejo Consultivo Ambiental Municipal de Salamanca y diversas asociaciones ecologistas, se resolvería el problema de la instalación en el municipio de una planta productora de cianuro de sodio, simplemente erraron.
El pasado 10 de mayo aparecieron en la prensa declaraciones de un dirigente de la CTM, Carlos Muñoz Mosqueda, en el sentido de que quienes se oponen a ese proyecto están mal informados y dijo que el gobierno federal ya lo había autorizado, cosa que el delegado estatal de la SEMARNAT desmintió al día siguiente, mostrando quien es realmente el mal informado o, peor aún, quien miente para alcanzar su objetivo.
El problema no puede ignorarse. La participación de un dirigente de la CTM a favor de la realización de ese proyecto en el municipio de Salamanca indica, de entrada, intereses de por medio y una pugna en la que se confrontan contradicciones secundarias entre los partidos políticos a que pertenecen el gobernador y el presidente municipal, por un lado y, por otro, el dirigente sindical.
Uno de los argumentos utilizados para defender ese proyecto es el de la creación de cerca de 600 empleos durante la fase de construcción, empleos que por su carácter temporal (16 meses) tendrían impactos poco significativos. No aclaró que para la etapa de operación se creará la fabulosa cantidad de 35 plazas laborales permanentes, que comparadas con la planta laboral en el municipio y la demanda de empleos, son prácticamente nada.
Y si analizamos esa inversión por el lado de tecnología, maquinaria, equipos y materiales especiales, veremos que gran parte de ella se quedará en su país de origen: Estados Unidos. Así que tampoco sería de un elevado impacto para la industria nacional.
Ahora bien, el empleo de la más alta tecnología para la fabricación de un producto altamente tóxico no garantiza que en su manejo fuera de la planta productora sea el ambientalmente más adecuado y seguro. Múltiples accidentes que involucran al cianuro de sodio y que han afectado suelo, subsuelo y agua lo confirman ( el último conocido ocurrió el pasado 26 de abril en Sonora causado por una subsidiaria del grupo canadiense Aurico Gold Inc., que provocó un derrame de 400 metros cúbicos de solución rica en cianuro, ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/05/03/estados/026n1est )
Su interés fundamentalmente es un mercado cautivo que ellos mismos dominan mediante importaciones y comercialización de ese producto para abastecer a compañías transnacionales mineras locales y extranjeras, dedicadas en buena medida a la extracción de oro y plata, actividad en la que el capital que controla a la propietaria del proyecto, The Chemours Company Mexicana, seguramente está presente en una o varias de esas transnacionales.
Como es fácil imaginar, echarán mano de todo su arsenal de prácticas sucias y de políticos y dirigentes sindicales a modo para, aprovechando el clima de corrupción que existe, lograr su propósito.
El pueblo, quien casi siempre es el convidado de piedra a la hora de tomar decisiones fundamentales, es el único que puede definir este diferendo.
Y no puede equivocarse, porque podríamos vivir sin oro y plata, pero no sin agua.
