La tradicional travesía hacia San Juan de los Lagos ha iniciado, y Salamanca recibe a los peregrinos con brazos abiertos. Con más de 70 años de historia, este peregrinaje reúne a familias enteras y personas de todas las edades, desde los más pequeños en brazos hasta los adultos mayores, todos impulsados por su profunda fe y el único propósito de llegar a San Juan para expresar sus peticiones y agradecimientos a la Virgen.
La celebración principal se acerca, el 2 de febrero, aunque la virgen también es honrada en mayo, el 15 de agosto y el 8 de diciembre. En cada ocasión, miles de personas se dirigen a San Juan, algunos buscando salud para sus seres queridos, otros solicitando oportunidades laborales, y muchos más expresando agradecimiento por milagros o mejoras en su estado físico, como el caso del señor Amadeo, quien viaja para agradecer a la Virgen.
Algunos peregrinos eligen descansar en Salamanca, pernoctando en el refugio cercano a la Casa de la Cultura de Leona Vicario, mientras otros atraviesan la ciudad como parte de su trayecto hacia San Juan de los Lagos. La mayoría destaca la organización de los operativos y la calidez de la ciudadanía, que no duda en ofrecer alimentos, agua y hasta acceso a sus hogares para utilizar instalaciones sanitarias o tomar una ducha.
Los peregrinos elogian las instalaciones del refugio por cumplir eficazmente con sus necesidades, agradeciendo la atención médica, los servicios sanitarios y el suministro de agua. Destacan la diferencia positiva respecto a otros lugares donde estas consideraciones no son tan evidentes.
El operativo de seguridad, liderado por diversas dependencias como Movilidad, Policía Municipal, Servicios Públicos, CMAPAS y Protección Civil, continúa su labor desde el montaje hasta la coordinación del Operativo Peregrino.
Para aquellos que deseen hacer donaciones de alimentos, agua, cobijas, ropa o medicamentos, las instalaciones del refugio están abiertas, recibiendo a quienes descansan y a aquellos que continúan su ruta hacia Jalisco. En Salamanca, la fe se mezcla con la generosidad, creando un cálido abrazo de hospitalidad para los peregrinos en su camino sagrado.