Es inquietante el tema de los alimentos con pesticidas, contaminantes, aditivos y modificaciones genéticas. Lo bueno es que hay cosas que puedes hacer para evitar la ingesta de estos productos.
Aunque la cadena de suministro alimentario es confiable y satisface muchas normas, siempre es bueno mantenerse alerta para reducir al máximo la exposición a sustancias de cuidado.
PARA EMPEZAR, JAMÁS OLVIDES RESPETAR LOS PRINCIPIOS DE HIGIENE EN TU COCINA, CON EL FIN DE EVITAR QUE LAS BACTERIAS CONTAMINEN TU COMIDA O AFECTEN TU SALUD.
Los pesticidas y otros compuestos químicos en los alimentos
La notable productividad de la agricultura moderna se debe, en gran parte, al uso de diversas sustancias químicas complejas. Por ejemplo:
- Pesticidas y fertilizantes en los cultivos
- Antibióticos y hormonas en los animales
- Aditivos en el alimento para los animales
Estos elementos, y algunos contaminantes ambientales como el mercurio y los bifenilos policlorados (PCB), podrían terminar en nuestro plato. Esto resulta alarmante porque los residuos pueden causar anomalías congénitas, trastornos neurológicos y hasta cáncer si se ingieren en grandes dosis.
Sin embargo, la presencia de cantidades mínimas de una sustancia no es sinónimo de peligro. Los riesgos a la salud no solo dependen de la toxicidad del compuesto sino también de la magnitud y el tipo de exposición.
Aun así, el efecto acumulado de varias sustancias químicas diferentes en nuestros alimentos puede tener un efecto mayor al que se conoce cuando se estudian de forma individual.
Además, algunos grupos, como los lactantes y los niños, son más susceptibles. Por eso es buena idea limitar la ingesta en la medida de lo posible.
Alimentos orgánicos, la alternativa
Aunque consumirlos puede ser un remedio contra las sustancias indeseables, no siempre es práctico ni barato.
Estos productos se cultivan y procesan sin incorporar fertilizantes sintéticos, pesticidas ni herbicidas; no se les añaden ingredientes artificiales ni conservadores, no se someten a procesos de radiación, y no contienen ingredientes transgénicos.
En algunos de estos cultivos sí se emplean pesticidas, y aunque no son sintéticos tampoco resultan completamente inofensivos.
LA CARNE, EL POLLO, EL HUEVO Y LOS LÁCTEOS ORGÁNICOS PROVIENEN DE ANIMALES SIN RESTOS DE ANTIBIÓTICOS U HORMONAS DE CRECIMIENTO.
¿Los productos orgánicos son más confiables?
Consumers’ Union, una organización estadounidense sin fines de lucro dedicada a la defensa del consumidor, patrocinó un estudio con 94,000 muestras de 20 importantes cultivos. Se encontró que los alimentos orgánicos contienen el equivalente a un tercio de los residuos hallados en sus contrapartes convencionales. No se sabe con certeza si estos restos son nocivos para la gente.
Tal vez lo más adecuado para los niños sea que consuman alimentos orgánicos. Al tener un cuerpo pequeño y llevar una dieta menos variada, acumularán más rastros de sustancias potencialmente tóxicas, y los efectos serán más notorios.
Puedes adoptar un enfoque selectivo y comprar variantes orgánicas solo de las frutas y verduras que tienen mayor cantidad de residuos: apio, arándanos azules, duraznos, espinaca, fresa, hojas verdes, manzanas, nectarinas, papa, pimientos (pimentón) y uvas.
Mercurio en el pescado… toma precauciones
Los pescados y mariscos retienen en sus tejidos mercurio y otras toxinas que absorben de los ríos, lagos y mares.
Estas sustancias son muy tóxicas para los niños y las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia pues, incluso en pequeñas cantidades, pueden repercutir en el desarrollo cerebral y producir efectos neurológicos y conductuales. En los adultos, exacerban el riesgo de desarrollar cardiopatías.
Con base en numerosos estudios, organismos internacionales recomiendan comer de dos a tres porciones por semana de cualquier tipo de pescados o mariscos.
En cuanto a las especies de pescado muy grandes o longevas, se sugiere que las mujeres en edad fértil (en especial aquellas embarazadas o en periodo de lactancia) y los niños pequeños las eviten; estas especies son atún, blanquillo del golfo de México, caballa, pez espada y tiburón.
Aditivos en los alimentos: no son nutritivos
En realidad son pocos los alimentos que llegan al supermercado sin aditivos, que son sustancias artificiales añadidas por varias razones (por ejemplo, conservadores para evitar descomposición o colorantes para aumentar el atractivo visual).
Aunque mucha gente cuestiona su inocuidad, es decir, si son inofensivos, en la mayoría de los países existen estrictas leyes al respecto y, en general, no hay riesgo; sin embargo, no son nutritivos.
Los aditivos más comunes son el azúcar, el sodio y las grasas trans, que favorecen la obesidad, la hipertensión, las cardiopatías y muchos otros problemas de salud (algunos, incluso, podrían tener relación con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer).
La mejor manera de evitarlos es dar preferencia a la comida natural. ¿Necesitas comer alimentos procesados? Revisa que la lista de ingredientes sea corta.
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Alimentos genéticamente modificados
La soya, el maíz y la canola, cultivos transgénicos muy difundidos, son ingredientes comunes en una gran cantidad de productos procesados.
Por un lado, se dice que dan como resultado alimentos más nutritivos, que las plantas son más productivas y que resisten mejor las sequías y las plagas. Por otro lado, existe la preocupación de que este tipo de manipulación puede tener efectos adversos en el mundo natural y en nuestros cuerpos que aún no comprendemos.
Como sea, parece que la modificación genética seguirá siendo parte de nuestro suministro de alimentos, así que sugerimos que estés al tanto de la información más reciente.
Si decides que no quieres consumirlos, opta por las versiones orgánicas. Puedes descargar una guía de transgénicos en la página de Internet de Greenpeace.