UNO DE LOS DOS POLICÍAS RECIENTEMENTE ASESINADOS HABÍA HECHO PÚBLICA LA FALTA DE EQUIPAMIENTO ADECUADO PARA LLEVAR A CABO SU TRABAJO, Y SEÑALADO LAS PÉSIMAS CONDICIONES LABORALES QUE EXISTEN SIN SER DEBIDAMENTE ESCUCHADO.

La ejecución de dos policías salmantinos no es un asunto menor; los elementos contaban con un expediente limpio en la corporación de seguridad pública.

Llama mucho la atención que uno de ellos había expuesto la necesidad de que contara la fuerza policiaca en Salamanca con un equipamiento adecuado para cumplir con el peligroso trabajo que realizaba.

Las pésimas condiciones laborales en las cuales se desenvuelven los elementos de seguridad pública deben de cambiar, no es posible que el personal policíaco que se encuentra a cargo de la ciudad de Salamanca tenga deficiencias en equipo, prestaciones laborales, salarios dignos, y sobre todo, que no se les ha dado la verdadera importancia que tienen dentro de la administración pública de este municipio ya que son la corporación que pueden sustentar la estabilidad o en cambio sucumbir a la inestabilidad de una ciudad.

Los recursos de Subsemun y de diversas partidas económicas para el apoyo de la seguridad pública son malgastados en la mayoría de las ocasiones, los recursos están, pero las malas decisiones administrativas en cuanto a su aplicación han menguado fuertemente la eficiencia de la corporación.

El presupuesto económico en materia de seguridad debe estar exento de “moches”, o diezmo alguno, no se le puede ni se debe restar cantidad alguna al rubro más importante en este momento para el municipio de Salamanca, claro, de querer realmente solucionar el tema.

Mientras tanto, el problema número uno en el municipio continúa siendo la inseguridad que no ha podido ser atendida en forma contundente por la evidente deficiencia en el conocimiento de la problemática, aunado a la falta de una verdadera vocación de servicio por parte de la coordinación de seguridad pública en la ciudad y la propia apatía de la administración municipal.

Las familias de los dos honestos policías caídos en el cumplimiento de su deber, podrán estar orgullosas de que los ahora finados, mediante el honor, sacrificio y lealtad que mostraron en vida para beneficio de la comunidad salmantina por 9 y 30 años respectivamente, aportaron inclusive su propia vida en el combate a la inseguridad que tanto ha flagelado a últimas fechas a la ciudad de Salamanca.

Rigoberto y Rogelio descansen en paz.