Democracia y sindicatos
Alberto Reyna García
La sentencia marxista: “del lado del obrero su única fuerza es su masa; pero la fuerza de la masa se rompe por la desunión”, sostiene que la consigna fundamental para todos los trabajadores sigue siendo: “trabajadores del mundo, uníos”.
Señalaba además que las organizaciones de masas, aun cuando se proponen el progreso social, el mejoramiento de las condiciones materiales de existencia de los trabajadores y el desarrollo con independencia de su país, están integradas por trabajadores que tienen distintos conceptos filosóficos sobre el mundo y la vida, de opiniones diversas sobre el desarrollo histórico y de diferentes creencias religiosas. Por lo tanto, deben también ser independientes de los partidos políticos. Por eso cuando la clase obrera pierde su independencia ante la clase patronal o ante el Estado, olvida que es la única clase social revolucionaria y que no puede convertirse en reserva ni en instrumento de la burguesía.
La unidad, la democracia y la independencia sindical están indisolublemente ligadas entre sí y no pueden existir por separado. La democracia en el seno de las organizaciones sindicales no solamente garantiza la expresión libre de las ideas, la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y en la elección de sus dirigentes, sino también impide que las ideas de la burguesía, con sus prejuicios, falsificaciones y deformaciones de la realidad, influyan al interior de la clase trabajadora.
La unidad, la democracia y la independencia sindical se logran únicamente, cuando los sindicatos forman sus cuadros y los educan políticamente de acuerdo con la doctrina de la clase obrera.
Esta tarea sólo puede llevarla a cabo la clase trabajadora, integrada por trabajadores manuales e intelectuales, del campo y la ciudad, en todas las ramas de la producción y los servicios. Todos sus miembros en busca de los mismos objetivos y apoyándose en la misma filosofía social, conociendo y aceptando de antemano las tareas prácticas para modificar la realidad del país. Esta afirmación no es sólo un planteamiento teórico, la situación actual de los trabajadores en todo el mundo muestra la necesidad de construir esa unidad.
Del análisis de la situación del movimiento sindical en nuestro país se desprenden algunas enseñanzas que es importante señalar:
- Cuando la clase obrera pierde su independencia ante la clase patronal o ante el Estado, olvida que es la única clase social revolucionaria y que no debe convertirse ni en reserva ni en instrumento de la burguesía.
- Cuando se proscribe en los sindicatos la democracia como práctica de sus asambleas y como método para llegar a sus determinaciones, esa medida contribuye a sostener dirigentes opuestos a sus intereses inmediatos y a sus tareas históricas.
- Cuando los sindicatos se dedican exclusivamente a las reivindicaciones materiales, caen en el economismo y pierden la perspectiva de las luchas de la clase obrera.
- Cuando los sindicatos se convierten en partidos políticos, postergan sus funciones propias y crean la división en sus filas.
- Cuando los sindicatos no forman sus cuadros y no los educan políticamente, lo mismo que a sus elementos de base, permiten la influencia ideológica de la burguesía en sus filas y sólo mantienen su unidad en apariencia.
- Cuando se crean en el seno de las agrupaciones sindicales dos o más corrientes de opinión y no se discuten sus diferencias para llegar a conclusiones unánimes y constructivas se llega invariablemente a la división.
- Cuando los dirigentes de los sindicatos se empeñan en aplicar sistemáticamente los mismos métodos de lucha en todos los conflictos y en todas las circunstancias, sin crear los adecuados en cada ocasión, las agrupaciones fracasan.
- Las desviaciones de sus objetivos estratégicos, frenan el desarrollo y la unidad de las agrupaciones sindicales, estancan su lucha o las conducen a la derrota.
- En un país subdesarrollado como el nuestros, si las reivindicaciones de los trabajadores no se asocian a las demandas del pueblo y a las exigencias de la liberación nacional, los éxitos de la clase obrera son transitorios y pueden anularse con facilidad.
- Si la clase trabajadora acepta o tolera la dirección de organismos y de líderes que sirven al poder norteamericano, cabeza del imperialismo internacional, se convierte en enemiga de sus propios intereses y también de los intereses del pueblo y de la nación mexicana.
La tarea fundamental de los sindicatos y de los dirigentes progresistas y revolucionarios, es la de hacer posible la unidad de todos los trabajadores, independientemente de su afiliación y de sus ideas políticas, en acciones comunes por las demandas de las grandes mayorías, para hacer posible la reconstrucción de la unidad orgánica perdida.