El medioambiente
Alfonso Díaz Rey
Es común que cuando nos referimos al medioambiente generalmente lo vinculamos con el medio físico, ya sea con el natural (aire, agua, suelo), el biótico (flora, fauna y procesos biológicos) o el perceptual (paisaje) y poco reparamos en aspectos sociales, culturales y económicos.
Así, por ejemplo, cuando nos enteramos que se ha extinguido una especie animal o vegetal; que se modifica el paisaje; se cancelan fuentes de trabajo o éste se precariza; desaparece una lengua indígena o arrasan con un centro ceremonial de algún pueblo originario; o aumentan la inflación o los precios de productos básicos; todo ello está relacionado con nuestro entorno y, por lo mismo, con nuestro medioambiente.
El medioambiente lo constituye todo, absolutamente todo lo que nos rodea; por tanto incluye también las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales entre los seres humanos; las de éstos con la naturaleza y las que se dan entre todos los seres vivos, entre sí o con la naturaleza; todo ello forma un amplio y complejo sistema de factores físicos, químicos, biológicos, sociales, económicos y culturales que existen en un lugar y en un momento determinado, cuya salud depende del equilibrio que debe existir entre ellos.
Como a cualquier organismo o proceso, natural o social, los desequilibrios que se presentan en el medioambiente afectan en alguna medida a todos los componentes del sistema. Un claro ejemplo de lo anterior es el caso de las abejas: el abuso en el empleo de insecticidas, plaguicidas y agroquímicos ha ocasionado la disminución de la población de abejas en algunos lugares; ello origina disminución de los procesos de polinización, lo que podría conducir a la reducción de la producción de alimentos, crisis alimentarias, desaparición de otras especies vegetales y animales, incluyendo a la especie humana, misma que es causante de ese y la mayoría de los desequilibrios al medioambiente.
El ejemplo de las abejas quizá parezca demasiado extremo, sin embargo es solamente uno de los numerosos desequilibrios que los seres humanos causan a la naturaleza y tienen efectos en los demás factores que componen el medioambiente.
Existen diferentes posiciones en cuanto al origen de los problemas ambientales, citaremos dos que de alguna manera se contraponen. Una, que los adjudica a la naturaleza humana depredadora, destructiva y, en cierto sentido, estúpida; otra, que toma en consideración el contexto social, cultural, económico y político en el que se desenvuelven los seres humanos como individuos y como sociedad para explicar ese origen.
En lo personal, es difícil creer y aceptar que el ser humano conscientemente ejecute acciones que lo perjudiquen o puedan causarle algún daño; por otro lado, si una sociedad privilegia el individualismo y pondera la ganancia como objetivo primordial, ello origina corrupción, egoísmo, oportunismo y desigualdades abismales; y si se produce para generar ganancias en lugar de satisfacer las necesidades de la gente y de la naturaleza, es hasta cierto punto fácil que los individuos encuentren alicientes que los conduzcan a hacer lo necesario para alcanzar los «patrones» y «valores» que estimula esa sociedad, sin importarles la naturaleza o la comunidad.
Algunos pensamos que para identificar y atacar las causas del grave deterioro de nuestro entorno es necesario cuestionar seriamente el sistema socioeconómico y político en que vivimos, el que, para nuestra desgracia, alienta y genera una serie de condiciones y estímulos que nos conducirán a la autodestrucción como especie.
Y como de lo que se trata es de enmendar el camino y no imponer una visión del problema, conviene estar abiertos al análisis y discusión crítica de los diferentes enfoques de este grave problema, siempre con el ánimo de avanzar.
Si somos capaces de apreciar, y sentir, la relación entre los diferentes medios y factores que constituyen el medioambiente, será, entonces, menos difícil encontrar las causas de fondo que lo dañan y poder hacer algo por su mejora.
La falta de una participación amplia de la ciudadanía ha propiciado que desde posiciones de poder o de gobierno se atente contra la salud e integridad del medioambiente. Las consecuencias de esa situación las estamos padeciendo todos, pero en mayor medida los sectores más vulnerables de nuestro pueblo.
Y como los problemas ambientales son cada día más complejos demandan, a quien se ocupe de ellos, entusiasmo y estudio para enfrentarlos con posibilidades de éxito.
Sin embargo, no basta con el entusiasmo y el estudio, que son requisitos importantes; se necesita, también, tomar conciencia de la tarea que se emprende, organización y unidad, cosas que en la práctica son menos fáciles de lo que se piensa.
Nos asisten los derechos de reunión, asociación, manifestación y difusión de las ideas, consagrados en la Constitución como derechos humanos. En la medida en que hagamos un uso irrestricto y responsable de esos derechos, habremos de tener resultados positivos.
Creemos que mientras más seamos quienes nos preocupemos y ocupemos de los problemas que como individuos y como sociedad nos aquejan, en la medida en que nos vinculemos y actuemos organizadamente, la solución de ellos, incluso los del medioambiente, será menos difícil.
[1] Miembro del Observatorio Ambiental Ciudadano Biósfera.