Por: Eber Sosa Beltrán
Psicólogo y activista social interesado en el género, el medio ambiente y los derechos humanos.
Una perspectiva contemporánea de la Salud Mental integra conocimientos que se articulan en modelos explicativos y teorías en constante debate, implica una postura crítica del pensamiento que permite comprender los problemas humanos desde su dimensión subjetiva.
En un terreno de amplia multiplicidad como la experiencia humana, el propósito de delimitar su objeto de estudio es una cuestión problemática, pues a diferencia de otros objetos de observación este se modifica en la interacción con quien observa, esto se conoce como intersubjetividad, significa que lo que se observa se percibe desde una posición particular, y que el sujeto es al mismo tiempo observador y observado. ¿Qué circunstancia resulta a partir del reconocimiento de ésta visión?
Primeramente que la definición de un problema de Salud Mental tiene una multiplicidad de significados que intentan traducir la experiencia a través del diálogo y el consenso. Pero en ocasiones la experiencia tiene un elemento vago e inexplicable, intraducible en palabras, oculto en sensaciones, actitudes y comportamientos. La mente como creadora de sentidos se vale de las referencias aprendidas para configurar un orden particular, un aparente equilibrio a veces con un costo personal importante. Este costo puede ser un estado de intranquilidad permanente, un estado insomne, una actividad compulsiva, un deseo frustrado, un control vigilante, una rabia o un temor sin límites.
Si el conflicto humano es una constante en la existencia, aquello que no tiene un nombre, un lugar y un sentido permanece en la sombra de lo desconocido. Es por esa razón que las personas podemos experimentar cierto alivio al traducir en palabras la vivencia del conflicto, al interpretar y representar su escena como un acto voluntario. La voluntad es ese hecho que el sujeto experimenta como propio y construye su consciencia es decir su propia agencialidad. Siendo consciente de si mismo y de su ser social, desarrolla competencias para su acción que transforma de manera simultánea su realidad y su experiencia. Una historia propia puede estar abierta permanentemente a múltiples posibilidades, pero existe un peligro al contar un relato único de ésta, como lo advierte de una manera excepcional la escritora africana Chimamanda Adichie atendiendo a un sentido crítico y sensible sobre la manera en la que construimos una historia dominante de nosotros y de los demás. Las historias son importantes porque en ellas se definen y reproducen realidades y si éstas se centran en un relato único nuestra visión queda limitada a ésta única comprensión.