
Por: Eber Sosa Beltrán.
Maestro en psicología clínica, activista social interesado en el género, el medio ambiente y los derechos humanos.
Nuestra época actual caracterizada por un constante fluir de información nos enfrenta de manera cada vez más generalizada a una forma de convivencia mediatizada que ha permitido la creación de comunidades virtuales que diariamente interactúan en el ciberespacio.
Una permanente interconectividad que permite intercambiar intereses en común en un mercado fructífero e incesante, cuya lógica es múltiple y en constante devenir, una especie de conciencia global omnipresente que configura referencias híbridas de lo humano, pues es a la vez algo que nos es familiar y ajeno, libre y condicionado, verdadero y mítico; su constante presencia coexiste con un estado de ensimismamiento.
Dimensionar el impacto que esta nueva forma de existir tiene en nuestra vida es emprender una peculiar travesía hacia aquello que hemos vuelto cotidiano y hasta indispensable. Una preocupación que se ha focalizado en el impacto que tiene en la educación y en el aprendizaje de niños y jóvenes a quienes percibimos mayormente vulnerables a los aspectos nocivos de las sociedades de la información, ¿No es acaso un temor fundado en nuestras propias contradicciones y ambigüedades? Los padres protestan por el tiempo que sus hijos dedican a permanecer ausentes de su entorno, refugiados en videojuegos monotemáticos; las reglas, las actividades de ocio y los estímulos por tener buen aprovechamiento están condicionados a tiempo de uso de smartphones o de cualquier otro equipo que posibilite el trance de la interconexión. La promesa de poder incursionar en las redes sociales a la edad suficiente, el anhelo de obtener a cualquier costo el equipo más actualizado, la vigilancia paterna , la exigencia de responder de inmediato la llamada o el mensaje y la molestia de ser dejado en visto son ejemplos de nuevos dilemas globalizados que reproducen el drama familiar del abandono y la incomprensión.
Una perspectiva creativa acerca del uso de la tecnología requiere problematizar éstas y otras situaciones para así buscar un entendimiento de lo que buscamos desarrollar sin tener que estigmatizar esta condición actual sino alcanzando a visibilizar las cuestiones humanas de mayor trascendencia. Quizá el punto de partida es un recorrido lleno de interrogantes que no se suspendan en la afirmación de que el mundo ahora es así.