Si notas una picazón justo en la raíz de las pestañas, la zona está enrojecida y observas una especie de caspa, lo más probable es que sufras blefaritis.
Se trata de un trastorno ocular muy común que se controla con una correcta higiene, pero si se deja que avance puede acabar provocando ojo seco.
En este artículo queremos explicar cómo aparece este problema, qué lo causa y cómo ponerle freno.
Así “funcionan” los párpados
La blefaritis es una patología que afecta básicamente el borde del párpado:
Esta zona alberga las raíces de las pestañas y una serie de glándulas, las llamadas glándulas de Meibomio, productoras de grasa.
En cada parpadeo dichas glándulas liberan grasa que se mezcla con la lágrima, evitando así que esta se evapore, y mantienen el borde del párpado hidratado.
Esta zona también tiene una flora bacteriana específica, es decir, una población de bacterias buenas que mantienen sana la piel del borde del párpado y contribuyen a un correcto funcionamiento del mismo.
Cómo empieza la blefaritis
En realidad, es un proceso en cascada:
Lo primero que aparece es una caspa en el borde de las pestañas que va irritando e inflamando el párpado. Es como una especie de polvo blanco, aunque hay personas que tienen pequeñas escamas, como la caspa que aparece en la cabeza.
La blefaritis también provoca una intensa comezón en la zona. A veces este síntoma puede anticiparse a la caspa, siendo lo primero que notas.
Intenso picor y caspa en las pestañas son las primeras señales.
El picor puede acabar provocando pequeñas heridas al rascar. Además, los párpados ofrecen un aspecto antiestético, tanto por el enrojecimiento como por la caspa.
Si no se le pone remedio la inflamación del párpado afecta a las glándulas, que dejan de realizar correctamente su función.
¿Qué ocurre si no se la frena?
Cuando la blefaritis avanza, puede acabar obstruyendo las glándulas de Meibomio. Esto tiene varias consecuencias:
Pueden aparecer orzuelos, pequeños bultitos en el interior del párpado que provocan dolor y que requieren tratamiento si no de-saparecen por sí solos.
Favorece el ojo seco. Al taparse las glándulas, dejan de drenar la grasa necesaria para lubricar la lágrima, con lo que esta pierde calidad y puede provocar sequedad ocular.
Causas que favorecen su aparición
Todo aquello que afecte al equilibrio de la flora bacteriana que protege el párpado favorece la blefaritis. La falta de higiene de párpados y pestañas es una de las principales causas, aunque también hay otras:
1) No desmaquillarlos a conciencia. Los restos de máscara de pestañas o cualquier otro producto van alterando la flora de la zona, aumentando la proliferación de bacterias malas como el demodex. El demodex es un parásito que se introduce en la raíz de la pestaña, se alimenta de las escamitas y provoca inflamación, con lo que la blefaritis está servida. Si falta higiene ocular proliferan bacterias malas que provocan blefaritis.
2) Compartir maquillaje. Aumenta el riesgo de contagiarse de este parásito. Es cierto que no todas las personas que tienen blefaritis es debido al demodex. Pero si hay este parásito, siempre aparece blefaritis.
3) Sufrir rosácea. Este tipo de pieles son más propensas. Y es que la rosácea se asocia también a una elevada proliferación de demodex en la piel.
4) Abusar de los antibióticos. Esta familia de fármacos mata bacterias malas… y buenas, con lo que afecta al equilibrio bacteriano que protege la piel del párpado, favoreciendo el trastorno.
Se trata con limpieza
Una buena higiene palpebral (de párpados y pestañas) es básica para abordar el problema. Además, es un hábito que hay que mantener durante toda la vida porque la blefaritis se controla, pero no se cura. Lavar siempre los párpados con un producto específico, ya que tienen un pH idóneo para esta zona y se encuentran tanto en formato gel como en toallitas. Tanto si se utiliza el gel como la toallita hay que insistir en la raíz de las pestañas. Cuando los síntomas son intensos hay que hacer un par de lavados al día que se pueden ir espaciando conforme mejore el problema. Pero, incluso cuando no haya síntomas, deben lavarse los ojos en profundidad dos o tres veces a la semana.
Si no es suficiente con la limpieza
Si las glándulas no están afectadas, la limpieza que acabamos de detallar basta. Pero si están ya obstruidas y no drenan la grasa necesaria para la correcta lubricación de la lágrima, se recomienda, además de higiene, la siguiente técnica:
• Se aplican compresas calientes (lógicamente el calor debe ser soportable) sobre los ojos cerrados durante 5 o 10 minutos. Esto ayuda a derretir la grasa acumulada en la glándula que normalmente está muy densa. El calor y el masaje ayuda a desobstruir las glándulas
• Luego se realiza un masaje en el borde del párpado, justo en la raíz de las pestañas, que ayuda a que la glándula libere esa grasa que previamente hemos diluido con el calor. Esta técnica ayuda a desobstruir las glándulas y, por tanto, a evitar las consecuencias que esto provoca (orzuelos y ojo seco).
Pero si la disfunción es importante y ya hay ojo seco, los tratamientos son otros: suplementos de alimentos, antibióticos específicos, tratamientos en consulta para favorecer el drenaje glandular y acudir siempre al médico oftalmólogo, únicos responsables de atender y recetar medicamentos y tratamientos específicos.
ELIb