La disautonomía es un conjunto de síndromes debido a un daño principalmente al sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso está dividido en autónomo y no autónomo. El primero es aquel que no lo podemos controlar y generalmente está asociado a frecuencia cardíaca, temperatura y presión arterial.
“Este padecimiento es una afección en el sistema nervioso autónomo que produce cambios en parámetros como los mencionados anteriormente” dijo el doctor Manuel López Varela, coordinador clínico de la Unidad Médica de Atención Ambulatoria No. 55 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en León, Guanajuato.
Mencionó que existe un origen genético de la disautonomía, es decir, de tipo hereditario, aunque se ha visto que algunos virus llegan a provocar ciertas alteraciones o daños en ese sistema nervioso.
López Varela agregó que padecimientos como la diabetes mellitus y la hipertensión arterial también pueden influir para que una persona desarrolle disautonomía.
El principal síntoma es la fatiga, al estar de pie, después de un tiempo el paciente comienza a sentir mareo o hasta experimenta un desmayo y son éstas condiciones las que precisamente provocan que la persona acuda a revisión médica.
También influyen los cambios en la temperatura ya que la persona cursa una intolerancia al frío o al calor, dependiendo de la condición térmica externa; además existen palpitaciones, sudoración espontánea, fatiga y debilidad.
El especialista del IMSS indicó que de cada diez pacientes que padecen disautonomía, nueve son mujeres, aunque no se sabe cuál es la razón de dicha condición.
Generalmente es un padecimiento que se presenta en adultos a partir de los 20 años de edad y es difícil encontrar pacientes pediátricos con la enfermedad. Se controla, no es curable e influye en los hábitos de vida del paciente. Se recomienda la realización de ejercicio con la finalidad de que los músculos tengan una buena calidad en general, niveles adecuados de presión arterial, hidratación suficiente y seguir el tratamiento médico prescrito.