Algunas personas son tan falsas que ya no distinguen que lo que piensan es justamente lo contrario de lo que dicen.
De sobra es exponer la frialdad y claridad con los que pinta la realidad social el escritor francés Marcel Aymé, y nada mejor que lo que este desafecto irradia para pintar de cuerpo entero la política mexicana, porque muy seguramente la gran mayoría de los mexicanos nos hemos dado cuenta de la farsa que resultan ser los debates entre los diferentes candidatos, en los tiempos previos a una elección popular.
Hoy quiero referirme particularmente a los dos que se han escenificado en el Estado de México, por cierto el premio más codiciado por ser uno de los más importantes de nuestra hermosa república. Estos se han vuelto una verdadera tramoya. Que si Alfredo Del Mazo Maza, es corrupto y tiene nexos con los cárteles del crimen organizado; que si Josefina Vázquez Mota, no es capaz de aclarar el saqueo de los mil millones de pesos que le entregó el gobierno federal y que éste será su adiós político; que si Delfina Gómez Álvarez, les descontaba a los empleados de su anterior alcaldía un porcentaje para beneficio personal y de su instituto político; que si Juan Zepeda, que si equis. Que si el PRI, que si el PAN, que si el PRD, que si MORENA, que si PANAL, que si el PT, que si el PVEM, que si Movimiento Ciudadano, que si Encuentro Social. Al final uno de todos ellos será el triunfador a pesar de sus negros historiales.
Lo cierto es que lo único que debemos tener claro todos los mexicanos, es que: Un pueblo que elige corruptos, no es víctima. ¡Es cómplice! Así tal cual como lo pregona la campaña ciudadana, por lo que quiero aprovechar para hacer un llamado a ponerse las pilas también en Coahuila, Nayarit y Veracruz.
Al final los asesinatos, feminicidios, la inseguridad y el desempleo, entre otros, siguen siendo los retos más importantes en cualquier discurso político. ¿Y sabe qué? Lo seguirán siendo. Al fin y al cabo, nadie decimos ni hacemos nada. Por eso se burlan de nosotros con sus encumbradas alianzas; los fuertes porque se rehúsan a perder el poder y los débiles o mediocres porque no quieren desaparecer y si seguir lactando del pueblo.
La verdad es que por donde se le vea, todos son producto de un problema intestinal. Porque para sacar a los delincuentes de las calles, primero hay que sacarlos del gobierno. Ojalá pudieran ser Guanajuato y sus municipios, ejemplo de este quehacer. Porque al final entre candidatos se ofenden y descalifican y luego resultan ser viejos conocidos.
Bien lo decía el escritor argentino Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, uno de los más destacados literatos del siglo pasado: Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos. ¿Y usted, qué opina? ¿Conoce algún político que haya terminado convertido en lo que más odiaba? Hasta la próxima.
