Por: Manuel De la Torre Rivera
El capitalismo es un sistema depredador y es la principal causa del deterioro de la calidad de vida de amplios sectores mayoritarios de la población humana, del acelerado calentamiento global del planeta y del consecuente cambio climático, que ha provocado que en las últimas décadas la pérdida de biodiversidad sea mil veces mayor que la debida a causas naturales y que en conjunto favorecen la aparición y propagación de las pandemias que cada vez más frecuentemente golpean a la humanidad.
Así analizados los fenómenos, la pandemia del virus Covid-19, es una consecuencia de las crisis del capitalismo y no inversamente como quieren hacer creer los defensores del sistema que les ha favorecido minoritariamente, prueba de ello es que una más de las crisis recurrentes del sistema capitalista ya se anunciaba desde el 2018 y el virus se detectó por primera vez a finales del 2019.
Las crisis del sistema desde principios de siglo, ya se definían por las causas que se enuncian en el primer párrafo, son cada vez de mayor complejidad, no sólo de naturaleza económica, sino también ecológica a las que ahora hay que adicionar el carácter sanitario, social, cultural y propiamente político, dado que afecta todos los ámbitos de la existencia humana de todas las latitudes del planeta.
Definir las causas de los problemas es importante para no tener que enfrentar su recurrencia como ha ocurrido hasta hoy con las cada vez más frecuentes y complejas crisis económicas del capitalismo y es explicable, porque la clase que detenta el poder le va su existencia en ello, sin importarles que el planeta no da para más ante los problemas ambientales generados por la sobre explotación de los recursos naturales y la contaminación del aire, el agua, el suelo y la pérdida de biodiversidad que pone en riesgo la vida misma, como estamos viendo con la actual pandemia del virus Covid-19.
La solución tendrá que ser necesariamente democrática para cambiar el actual sistema por uno que no tenga como objetivo primordial el lucro, sino el bienestar común, con la participación de todos los sectores del pueblo, en un gigantesco esfuerzo organizativo comunitario para preservar la vida del planeta, el único que tenemos en el sistema solar planetario, y alcanzar una convivencia donde prevalezca la justicia, la solidaridad y el amor, no como algo abstracto, sino como una realidad concreta donde todos hayamos llegado a la conclusión y convicción de que la felicidad propia depende de la felicidad de todos.
Eso implica el trabajo comunitario para concientizar, educar y organizar a todo el pueblo, para formar sujetos sociales, conscientes y comprometidos con el objetivo estratégico ya descrito, trabajando coordinadamente en tres niveles, en el superior el gobierno en los aspectos jurídicos, normativos y regulatorios, en el siguiente los medios de información, apoyando en las tareas de educación no formal, difusión y concientización de masas y en la base el trabajo de educación formal, organización de equipos de trabajo, planeación de tareas, ejecución, evaluación y seguimiento.
Salamanca, Gto., 20 de septiembre del 2020.
