Colaboración de Betzabé Vancini Romero. Psicoterapeuta.
¿Alguna vez se ha preguntado si usted está haciéndole daño a su propio hijo, si en verdad lo está enseñando a valerse por sí mismo, si fortalece su autoestima y lo apoya para formar un ser exitoso? ¿Se ha preguntado si la relación entre usted y sus hijos es tóxica?
Este especial está dirigido para ti, para tu suegra, y para tu amiga, la mamá de la escuela, la vecina… Este artículo es para las madres tóxicas.
Pero… ¿Qué es una madre toxica? Somos todas en algún momento de nuestra maternidad, cuando con la cabeza alta, deducimos que nosotras lo hacemos mejor, ¡que nuestra verdad es la única! Que nuestra experiencia es la buena.
Hoy, en El Salmantino, les presentamos este especial de la maternidad tóxica, escrito por la psicoterapeuta Betzabé Vancini, quien nos habla sobre lo que significa ser «una madre tóxica».
Ser madre es una alegría que muchas mujeres experimentan en la vida. Creemos, de manera general, que una madre siempre hará lo mejor por sus hijos y por procurarles todo aquello que necesitan en la vida, desde alimento hasta cariño. Sin embargo, existen mujeres que tienen un concepto erróneo de maternidad y manipulan el amor que entregan a sus hijos creando relaciones enfermizas con ellos.
Una forma frecuente de ejercer una maternidad tóxica es la sobreprotección.
La sobreprotección es la forma más grave de devaluar a un hijo. Es decirle “lo hago por ti porque tú no puedes”, “te cuido demasiado porque no eres capaz de enfrentar el mundo solo”. La sobreprotección no sólo se da cuando los hijos son pequeños, es una conducta que se extiende hasta la edad adulta cuando la madre insiste en resolver los problemas de sus hijos, aún cuando son adultos e incluso, tienen sus propias familias.
En el caso de los hijos varones, la maternidad tóxica se ejercerá cuando la madre desee, en todo momento y en todas las etapas de la vida de su hijo, ser la mujer más importante, “el amor de la vida” de los hijos y compitiendo con las parejas de los hijos. Para una madre tóxica jamás habrá una mujer que sea suficientemente buena para ser pareja de sus hijos, así que continuamente expresarán su descontento con las relaciones y tratarán de hacer que terminen. Frecuentemente, se compararán con las novias o esposas de los hijos poniéndose en un plano superior a ellas.
En el caso de hijas, la madre competirá frecuentemente con ellas, ya sea por la apariencia física o por los logros. Incluso, por la atención del resto de la familia. Una madre tóxica frecuentemente devaluará a su hija haciéndole sentir que no tiene lugar en la familia, o poniendo expectativas muy difíciles de cumplir. Le dirá cosas como “a tu edad, yo tenía mejor cuerpo que tú”, “¿Qué hombre te va a querer así?” y otras sentencias que lastimarán su autoestima de manera irremediable. Muchas madres tóxicas buscan también tener una relación simbiótica con sus hijas, es decir, que madre e hija sean iguales en todo: color de cabello, misma ropa, mismas actitudes, como si fueran la misma persona. Cuando la hija esté en edad de formar su propia familia, una madre tóxica siempre intervendrá en el cuidado de los hijos o en la relación de pareja. Estará convencida de que ella sabe mejor cómo hacer las cosas que nadie.
En conclusión, una madre tóxica es controladora. Usa las comparaciones y la humillación pública como método de control.
aquella que controla y que posee a sus hijos y al resto de su familia una vez que estos crecen y la familia se extiende.
La motivación detrás de estas conductas no es el amor, sino un perverso sentido de auto importancia: “¿Qué harían sin mí?” La mejor manera de tener una relación saludable con este tipo de mamás es tomar distancia. Poner límites claros en la convivencia y evitar caer en la manipulación y el chantaje. Por supuesto, es una tarea muy complicada que se facilita un poco al iniciar un proceso de terapia.