Eterna Jornada

Paz laboral

Por: Alfonso Díaz Rey

Algo de lo que en México se vanaglorian los gobiernos desde hace mucho tiempo es del clima de «paz» laboral que impera en el país, de la relativa inexistencia de huelgas derivadas de conflictos laborales.

En particular, la presente administración federal presume que en lo que va de su gestión, de 41 mil 552 emplazamientos a huelga presentados, solamente en 22 casos hubo estallamiento del conflicto laboral; además, desde marzo de 2017 no ha habido huelgas de jurisdicción federal ^[1]; cifras que presentadas de esa manera, son en realidad, para presumir.

Alguien que sin el mínimo análisis conociera esa información pensaría que ello es resultado de una situación de bienestar general de los trabajadores y la población.

Sin embargo, si esa estadística la analizamos en el contexto de la situación social, política y económica del país, veremos que de lo que realmente pueden jactarse es del funcionamiento de sus mecanismos de control sobre los trabajadores y el pueblo en general.

Si a problemas que se han agudizado con las «reformas» a la Constitución, como la pobreza, la precarización del trabajo y los salarios, la corrupción, la violencia, la migración, el desempleo, la represión a los movimientos sociales, agregamos el férreo control político, económico e ideológico sobre los trabajadores, comprenderemos cuáles son los factores que llevan a esa «paz» laboral.

El hecho de que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje atendiera en lo que va del sexenio «45 mil 67 asuntos colectivos y 496 mil 64 individuales» ^[2], muestra el escaso nivel de organización de los trabajadores y el elevado control sobre ellos.

De persistir esta situación, puede producirse una desmoralización, desilusión y desaliento tal entre los trabajadores que comprometería aún más las luchas por reivindicar sus derechos más elementales y por recuperar los que les han sido vulnerados.

De continuar las cosas como hasta ahora, con la acentuación de la pobreza y el deterioro de los niveles de vida, la perspectiva para la mayoría de los asalariados en México es morir de hambre. Tal situación solamente podrá revertirse con un cambio de las condiciones materiales, sociales, políticas y económicas que permitan iniciar un proceso de transformación en el que los trabajadores, y en general, el pueblo, sean quienes tomen en sus manos la solución a los problemas que vive nuestro país.

Contrariamente a lo que desde el gobierno se maneja, esta «paz» laboral no beneficia a los trabajadores ni al pueblo, es el medio para favorecer las ganancias de los grandes empresarios y del capital monopolista, que buscan siempre una fuerza de trabajo barata y sumisa.

Nuestro pueblo tiene una vasta tradición de lucha y en estos momentos, difíciles y decisivos de nuestra historia, en muchas partes del país se despliegan esfuerzos por encontrar formas de organización y vinculación que unifiquen la gran diversidad de luchas que se desarrollan en la búsqueda de una vida digna para tod@s.

En la medida en que los trabajadores recobren la conciencia del papel que desempeñan en la vida del país, se irán creando las condiciones para la transformación que México requiere.