Por: Iván Juárez Popoca Guerrero.
LÓPEZ OBRADOR ES UN AMBICIOSO. De hecho su carácter podría calificarse de “épico”; siente que hay una misión para él dentro del desarrollo de la nación y eso es lo que le ha permitido ser constante en su lucha por el poder durante tantos años. Ésta constancia y su peregrinar por toda la república es uno de sus activos: tiene cercanía con gran parte de la población y conoce de primera mano los problemas que sufrimos en este país.
Al “Peje” no le interesa enriquecerse a costa del erario. Su ambición va más allá: quiere pasar a la historia –lo ha dicho- como uno de los mejores presidentes de México, en la línea de personajes como Juárez o Lázaro cárdenas. Quizá no tenga el tamaño intelectual y el temple de los héroes mencionados, pero esa es su ambición, no el dinero.
Todo el aparato del estado ha investigado al líder de MORENA, sin poder encontrarle un acto de corrupción que imputarle. Algunos le atacan diciendo que ha vivido de la política. Esto es verdad: es un político profesional, recibe un salario y recompensas, vive con comodidad y ciertos lujos ( tampoco es un José Mujica) pero sin excesos y dentro de la legalidad; no es un hombre de millones de dólares en el extranjero o de “casas blancas.”
AMLO ambiciona llevar a cabo cambios trascendentales; acabar con la corrupción, la injusticia social y la inseguridad. Si, el apoyo que ha recibido se manifiesta en la elección y el voto es respetado, tendrá, junto con sus seguidores, que enfrentar un reto mayúsculo. No se puede cambiar de la noche a la mañana un sistema corrompido hasta el tuétano, una cultura de opresión y una economía perversa.
Sin embargo, existe la esperanza de que, a pesar de las deficiencias personales y de partido, empiece a vislumbrarse un poco de luz. Cuando menos tendríamos en el poder a una persona que no es parte de una pandilla de saqueadores; al menos se habrá optado por intentar un cambio verdadero, se habrá optado por enfrentar las cosas con valentía y no como el buey que lame la coyunta. Se habrá manifestado la ambición por la esperanza.