«La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.»
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Art. 39
En defensa de la democracia, de nuestra soberanía y de las mejores causas de nuestro pueblo, llamamos a participar y votar conscientemente en la consulta del 10 de abril próximo.
Origen y fundamento de la revocación del mandato
En esencia el Artículo 39 establece que la legitimidad del gobierno tiene dos aspectos. Por una parte está la legitimidad de origen, la cual consiste en que el gobernante haya alcanzado el cargo mediante el voto de la gente con base en un proceso electoral de acuerdo con la ley. En segundo lugar está la legitimidad de ejercicio, misma que se concreta al preguntar a los ciudadanos si el gobernante en realidad está ejerciendo el poder en beneficio del pueblo.
Es en esta última vertiente en la que está sustentado el proceso de revocación del mandato. Es el derecho de la ciudadanía para evaluar al gobernante en cuanto a si está ejerciendo el poder para beneficio del pueblo y, en consecuencia, éste le ratifica el mandato; en caso contrario, el gobernante estará obligado a renunciar de inmediato, el mandato le habrá sido revocado por el pueblo, en ejercicio de su soberanía.
Hasta ahora, los mexicanos hemos estado privados de ese derecho, por lo cual fuimos obligados a soportar una prolongada etapa en la que los gobiernos en turno ejercieron el poder no para el beneficio del pueblo sino para responder a los intereses de un puñado de potentados, lo que condujo a ensanchar y ahondar el mar de desigualdad en el que de manera muy difícil e inestable hemos tenido que transitar.
Importancia de participar en la consulta de Revocación del Mandato.
Hoy, las cosas están cambiando, México se está transformando en diversos ámbitos y de manera profunda. Cuenta de ello lo dan, entre otras cosas, la lucha contra la corrupción; procesos y acciones para recuperar bienes y riquezas nacionales que fueron objeto de despojos; una nueva política para restablecer la rectoría de la nación sobre el petróleo, la electricidad, ahora el litio y otros bienes nacionales; proyectos de infraestructura fundamentales para el desarrollo actual y futuro; medidas para elevar el poder adquisitivo del salario mínimo; programas sociales de apoyo a personas con alguna discapacidad, a los jóvenes y a los adultos mayores; el impulso a la mayor participación de la gente en asuntos públicos. El 10 de abril los mexicanos utilizaremos por primera vez un instrumento de participación democrática establecido en nuestra Constitución como fruto de esa transformación. Este instrumento es la consulta de revocación del mandato y su aplicación está
sujeta a un detallado procedimiento definido en la ley reglamentaria correspondiente.
No ha sido sencillo llegar a este momento. Se enfrentaron, y aún se enfrentan, obstáculos y resistencias de los grupos políticos y económicos desplazados tras la elección del 1 de julio de 2018, grupos que cuentan con el apoyo de la derecha internacional, los grandes medios de comunicación y el financiamiento de organismos vinculados al gobierno de Estados Unidos.
Fueron varias las etapas a través de las cuales se desarrolló el proceso para que finalmente los mexicanos estemos a unos días de acudir a las urnas para decidir si queremos que el presidente, a quien elegimos democráticamente, continúe en su encargo hasta el final del sexenio o si le revocamos el mandato para que de manera pacífica lo reemplacemos en el caso de que no cuente con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Habría que destacar también el enorme esfuerzo desplegado por ciudadanos para recabar en apenas 30 días más de 3 millones de firmas solicitando realizar ese ejercicio democrático que permitirá la participación directa de la gente.
Los mexicanos hasta ahora sólo hemos ejercido la democracia representativa, que consiste en votar cada tres años para elegir a nuestros gobernantes. La consulta de revocación de mandato es un instrumento de democracia participativa que por ahora sólo se realizará con relación al presidente de la república. Es una práctica democrática que refuerza la soberanía popular y, junto a la rendición periódica de cuentas, debiera extenderse a todos los puestos de elección popular, no sólo al presidente de la república, también a los gobernadores, presidentes municipales, senadores y diputados.
Con la consulta de revocación del mandato, los mexicanos, hombres y mujeres, tendremos la posibilidad de expresarnos a favor de que el presidente López Obrador continúe al frente del poder ejecutivo hasta terminar su periodo constitucional o si debe dejar su cargo de manera adelantada.
La consulta de revocación en el momento político actual.
El grupo conservador promueve la idea de que la consulta de revocación de mandato no tiene razón de ser y que sólo es un acto para ensalzar al presidente. Nada más falso.
El momento político actual es muy complicado. Hoy, contrariamente a lo que pudiera pensarse, la disputa no es entre el presidente y un grupo de políticos y empresarios. Lo que está en juego es la continuidad de un proceso que viene de tiempo atrás impulsado a través de las luchas del movimiento popular. El arribo de López Obrador a la presidencia es fruto de ese proceso y la transformación que el presidente ha venido impulsando desde su cargo responde a buena parte de las demandas y aspiraciones del pueblo, creando mejores condiciones para ensanchar la lucha de la gente, sobre todo generando de manera espontánea instancias de organización y ampliando sus niveles de conciencia respecto al origen, la causas y las vías de solución de sus problemas.
Conviene tener en cuenta que el resultado de la consulta de revocación del mandato incidirá significativamente en el proceso encaminado a generar las transformaciones que requiere nuestro país y nuestro pueblo para alcanzar una vida digna y avanzar hacia el anhelo de una patria unida, libre y soberana.
Por tal razón la votación para ratificar la gestión del presidente López Obrador tendrá que ser cuantiosa y constituir una amplia mayoría. De ser así, será el movimiento popular en su conjunto el que se verá fortalecido para seguir avanzado, no solamente por lo que resta del sexenio actual, sino que se consolidará aún más de modo que en el futuro los cambios sean ya irreversibles.
Bien lo saben los opositores, por eso su estrategia se desarrolla en dos ejes. Uno de ellos, en contubernio con el INE, está encaminado a reducir la participación de la gente en la consulta, tanto por la insuficiente y sesgada difusión como por la reducción del número de casillas. El segundo tiene como propósito reducir los niveles de aceptación del presidente con base en campañas de desinformación y desprestigio mediante verdades a medias y mentiras completas que propagan a través de sus medios de comunicación.
Esa oposición está obsesionada por recuperar y ampliar los privilegios que han perdido, la única propuesta programática que tienen es inconfesable: el regreso a un neoliberalismo aún más salvaje y depredador que el que durante seis administraciones federales anteriores impusieron, razón por la que ocultan su objetivo, entre otras maneras, con llamados a no votar o hacerlo contra la continuidad del actual gobierno y con acciones para obstaculizar o desacreditar la consulta; esperan con ello abrir los resquicios que en 2024 les permitan recuperar el control del gobierno federal y de las cámaras de diputados y senadores.
De obtenerse magros resultados que ratifiquen al presidente, o de plano adversos, estaremos a las puertas del retorno de políticas neoliberales, corregidas y aumentadas, en las que prevalecerán nuevamente la corrupción; el despojo a los trabajadores, a los pueblos y a la nación; la entrega de bienes y riquezas nacionales a los grandes capitales; la represión económica, política y física a disidentes; entre otros vicios que las acompañaron.
En buena medida, el derrotero de esta consulta dependerá tanto del nivel de concurrencia de los ciudadanos, como del grado de comprensión de su trascendencia para dar continuidad a la lucha del movimiento popular. Seremos nosotros quienes al acudir a votar de manera consciente le daremos vida a ese proceso tan importante para avanzar hacia la democracia participativa y en la construcción de un México mejor y cada vez menos injusto.
Por un México libre, justo y soberano