El uso de hisopos para limpiar los oídos es común entre nuestra población, sin embargo ningún profesional de la salud recomienda utilizar este dispositivo para eliminar cera de los conductos auditivos o para limpiarse la nariz, puesto que su empleo podría producir obstrucción del órgano o disminución de la audición y, en el peor de los casos, puede perforar el tímpano.
Esta práctica de aseo puede producir lesiones en el oído o nariz de los niños o adultos, ya que la piel de estos dos órganos es delicada y sensible.
En el caso del oído, el mecanismo de autolimpieza es eficiente, de modo que la cera que se produce en la mitad externa del conducto auditivo rara vez se acumula hasta obstruirla. Incluso, muchas veces el hisopo hace que se introduzca el cerumen en el conducto, lo que a futuro puede originar una obstrucción total, disminución de la audición o lesión del tímpano.
Por ello se aconseja limpiar sólo la parte externa del oído y con la ayuda de una toalla húmeda, ya que pues esto evita que el niño o adulto pueda presentar problemas de otitis u otitis media.