Por: Manuel De la Torre Rivera *
La lucha contra los monopolios nunca ha sido una tarea fácil, son entidades que han acumulado enormes sumas de capital procedente de la explotación del trabajo humano, con el ejercen sudominio sobre los gobiernos, congreso, poder judicial y los medios informativos, con un poder corrupto que muchas veces supera al del Estado, permitiéndoles gobernar, paralelamente, de modo antidemocrático. La lucha del pueblo mexicano para recuperar su petróleo, no fue la excepción, costó la vida de docenas de valiosos líderes sindicales y miles de trabajadores y gentes del pueblo, así como cerca de veinticinco años de denodada y perseverante lucha, como veremos en los párrafos siguientes.
La información a continuación es del libro titulado “Testimonios de la Expropiación” ** y se presenta la versión textual en cursivas:
«[…] Las leyes dictadas por Porfirio Díaz para impulsar el liberalismo económico proclamaban a los propietarios de la tierra como poseedores de las riquezas del subsuelo. Le ley específica del petróleo estaba basada en estos principios.
«Durante la época porfiriana, los inversionistas extranjeros gozaron de toda clase de facilidades. Se les concedían exenciones de impuestos, tenían facilidades ilimitadas para el manejo de nuestros recursos naturales […]
«[…] Dos empresas extranjeras tenían una presencia predominante en México: La Standard Oil (Exxon) y la Royal Dutch. La primera de ellas era norteamericana, propiedad de los Rockefeller; la segunda estaba constituida por capital holandés e inglés.
«[…] Al terminar la revolución mexicana y ser aprobada la Constitución de 1917, su artículo 27 estableció el derecho de la nación a tener en propiedad exclusiva la tierra, el subsuelo y las aguas en los límites del territorio mexicano… Las evidentes contradicciones existentes entre la nueva Constitución y los intereses de las compañías extranjeras que operaban en México afloraron en poco tiempo. De acuerdo a la nueva Constitución, los extranjeros solamente tenían derecho a recibir concesiones siempre y cuando se sometieran a las leyes mexicanas. (pero el sistema judicial del país amparó a las compañías durante más de 20 años, argumentando la no aplicación retroactiva de la Ley.)
«[…] Las condiciones de vida y de trabajo establecidas por las empresas extranjeras para los trabajadores mexicanos que les prestaban sus servicios, eran humillantes y discriminatorias. Se laboraba doce horas diarias; no se tenía derecho a disfrutar de vacaciones, descansos dominicales o días festivos; no había derecho a la jubilación por vejez o por accidente de trabajo; no se pagaban gastos funerarios ni indemnizaciones por accidentes de trabajo; no se otorgaban prestaciones como el derecho al fondo de ahorros, renta de casa, educación para los hijos o el pago del salario en el caso de sufrir enfermedades profesionales u ordinarias contraídas en el desempeño de sus labores.
«Las compañías extranjeras no tenían hospitales, escuelas, centros sociales, obras de aprovisionamiento, de saneamiento de aguas, campos deportivos ni plantas de luz que dieran alguna seguridad social a la población trabajadora establecida cerca de las instalaciones petroleras. Como sí los tenían para los funcionarios y técnicos extranjeros que vivían en lujosas colonias, apartadas de la comunidad con todos esos servicios esenciales.
«PRINCIPALES LUCHAS DE LOS PETROLEROS
«La lucha obrera de los petroleros se inició en la zona sur por el año de 1913, encabezada por Francisco Padilla y Juan B. Plata (este último fusilado por los huertistas el 12 de febrero de 1913, como resultado de su participación en las luchas petroleras), ellos fundaron la Unión de Artesanos Latinos Profesionales, la cual fue una de las primeras organizaciones obreras petroleras constituidas en el país.
«La represión contra los trabajadores petroleros estuvo presente en todo momento. Las guardias blancas, destacamentos pagados por los extranjeros para reprimir a los trabajadores, persiguieron y atemorizaron sistemáticamente a los trabajadores; en muchas ocasiones asesinaron a gran número de luchadores sindicales que se atrevieron a encabezar la lucha obrera en esa zona.
«No obstante, en enero de 1915, al amparo de la reglamentación del trabajo y de la Ley de Sindicatos en el estado de Veracruz, apoyada principalmente por el general Cándido Aguilar, se fundó la Unión de Petroleros Mexicanos. Esta organización se dio rápidamente a la tarea de encauzar la lucha obrera contra los monopolios extranjeros en torno a dos objetivos fundamentales: el reconocimiento de la organización obrera como titular de las relaciones colectivas y el establecimiento de mejores condiciones de vida y de trabajo.
«Como resultado del nacimiento de esta organización y de la gran aceptación que tuvo dentro de los grupos obreros, el 19 de abril de 1915 se declaró la huelga general en la Compañía Petrolera de Minatitlán y se logró la reducción de la jornada de trabajo a nueve horas diarias y un pequeño aumento salarial. La lucha obrera en torno a estos objetivos se avivó en los años siguientes, y en 1917 se fundó en Minatitlán, Ver., la Unión de Obreros y Artesanos de Minatitlán, la cual demandó la firma de un contrato colectivo de trabajo.
«En ese mismo año, la lucha se extendió a lo largo de la llamada Faja de Oro. En Tampico, los trabajadores petroleros declararon una huelga en contra de la represión llevada a cabo por las compañías petroleras, avalada por el gobierno mexicano a instancias del gobierno de los Estados Unidos que acusaba a los huelguistas de querer constituir una “república soviética” en esa ciudad.
«Los petroleros protestaron con mucha frecuencia durante los años veinte. La lucha siguió concentrándose en la exigencia de que las compañías extranjeras reconocieran la existencia de las organizaciones gremiales.
«La represión y los asesinatos contra los trabajadores se volvieron frecuentes, ejemplo de ello fue el de Bernardo Simonen, cobardemente asesinado por órdenes de las compañías extranjeras el 18 de junio de 1921. Bernardo Simonen había sido uno de los fundadores de la Unión de Obreros y Artesanos de Minatitlán.
«Para 1922 la mayor parte de los obreros de la refinería de Minatitlán estaban organizados en agrupaciones obreras por especialidades, las cuales habían surgido principalmente a instancias de activistas sindicales ligados al Sindicato de Ferrocarrileros. Esto fue el inicio del apoyo solidario de muchas otras organizaciones gremiales y sindicales, como es el caso de los electricistas.
«El 15 de agosto de 1925 nació la Liga de Agrupaciones Obreras de Minatitlán y el 5 de septiembre de 1925 estalló nuevamente la huelga en Minatitlán, exigiendo el reconocimiento de la Liga como titular del contrato de trabajo y […] se extendió hasta convertirse en un movimiento solidario que abarcó la participación de diversos grupos obreros en las ciudades de Puerto México, Minatitlán y el Distrito Federal.
«El 13 de febrero de 1926, Luis Napoleón Morones, líder de la CROM, acordó con las compañías extranjeras el levantamiento de la huelga a espaldas de los trabajadores. Para fines de marzo de ese año, los 700 trabajadores participantes en ese movimiento, el cual constituye el embrión del sindicato nacional, fueron obligados al éxodo, reanudándose las persecuciones contra los trabajadores petroleros de toda la Faja de Oro y los asesinatos de algunos de sus principales dirigentes.
«La represión y la falta de unidad entre los grupos petroleros que trabajaban en las refinerías y los campos petroleros, crearon las condiciones necesarias para que las compañías extranjeras minaran el movimiento sindical y prácticamente lo desaparecieron de toda la zona veracruzana.
«Sin embargo, los intentos de unificación de los trabajadoresfinalmente avanzaron. El 26 de abril de 1934, los representantes de los sindicatos petroleros de Nanchital, Las Choapas y Agua Dulce firmaron un convenio de unificación con el recién constituido Sindicato Petrolero de Minatitlán.
«Este último se adhirió a la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Petróleo y sus Derivados que trabajaba en la región desde tiempo atrás. El día 9 de mayo de 1934 los sindicatos del sur de Veracruz volvieron a la lucha, estalló la huelga que fue ampliamente apoyada por los grupos petroleros de la zona y declarada existente por las autoridades del Trabajo.
«Los trabajadores petroleros de Tampico y del Distrito Federal y los petroleros de las regiones del norte del país apoyaron decididamente el movimiento; los ferrocarrileros y los electricistas decidieron apoyar a los petroleros del sur, ofreciendo recursos económicos; en el Distrito Federal, el Sindicato Petrolero de Obreros y Empleados de la compañía El Águila de Azcapotzalco aprobó apoyar la huelga. Tuvo que intervenir directamente el presidente Abelardo Rodríguez para que los trabajadores aceptaran la reanudación del trabajo con la promesa de que la huelga se resolvería mediante el laudo que debería dictar la Junta de Conciliación y Arbitraje en las siguientes 72 horas.
«La huelga de los obreros petroleros del sur terminó en un gran triunfo y a partir de ella se extendieron las huelgas en otras zonas del país. En 1935 se intensificó la movilización en los centros petroleros. El 10 de enero de ese año estalló la huelga en las instalaciones de la empresa denominada Huasteca Petroleum Company, en solidaridad con los obreros de la compañía El Águila. El 23 del mismo mes, se declaró la huelga general en Tampico, en la cual participaron activamente los petroleros; y el 3 de febrero volvió a estallar la huelga en las instalaciones petroleras de El Águila ubicadas en Agua Dulce, Puerto México y Tampico. El 5 de abril se declaró la huelga general en Tampico, en solidaridad con los trabajadores de la Huasteca Petroleum y, no obstante, la represión contra los huelguistas, comandada personalmente por el general Juan Soto Lara, el 26 de ese mismo mes y por tercera vez consecutiva, estalló la huelga general en Tampico, incluyendo la refinería.
«En la medida que la lucha obrera avanzaba, los lazos de unidad y solidaridad entre los trabajadores del petróleo, de norte a sur, fueron entrelazándose, hasta que, por fin, el 6 de mayo de 1935 se instaló la primera convención en el salón de actos de la sección 16 del Sindicato de Ferrocarrileros, en la ciudad de México, con la finalidad de constituir el sindicato único.
«La comisión organizadora electa en esa reunión convocó a una gran convención de todos los sindicatos petroleros existentes en el país, la cual se celebró el 15 de agosto de 1935, quedando elaborada el Acta Constitutiva del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, STPRM. Quedaron constituidas doce secciones en todo el país.»
Con esta poderosa organización, quedaban firmes las bases para el siguiente y trascendental paso de los trabajadores petroleroscontra los monopolios internacionales, que desembocó en el proceso de expropiación y nacionalización del petróleo, encabezado por el gobierno del General Lázaro Cárdenas, con el apoyo comprometido de todo el Pueblo de México y la solidaridad internacional de los trabajadores de muchos países.
Salamanca, Gto. 14 de abril del 2024.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberaníay el Observatorio Ambiental Ciudadano Biósfera.
**Testimonios de la Expropiación, Editorial Nuestro Tiempo, S.A., 76 páginas, 30 de junio de 1990.
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