
Guanajuato se ha consolidado como el estado más violento de México en lo que va del año, al encabezar la lista nacional de masacres con 25 eventos registrados entre enero y mayo de 2025. Este fenómeno ha encendido las alarmas de organizaciones civiles, académicos y autoridades, dado el nivel de violencia sistemática que afecta a la entidad desde hace años.
De acuerdo con datos del informe más reciente de Causa en Común, Guanajuato duplicó al segundo lugar en esta categoría, lo que refleja no solo una recurrencia preocupante, sino también la persistencia de condiciones de impunidad, presencia de crimen organizado y fallas institucionales en materia de prevención del delito. A lo largo de 2024, el estado acumuló 77 masacres, lo que anticipaba una tendencia que se mantiene al alza.
La organización también documentó en ese mismo periodo al menos 22 enfrentamientos armados entre civiles y fuerzas de seguridad, así como otros 22 hallazgos de cuerpos con huellas de tortura, ejecuciones públicas y ataques contra instalaciones o agentes del Estado. Estos datos configuran un patrón de violencia generalizada que trasciende la mera estadística y exige atención inmediata.
Los hechos más recientes ocurrieron en Celaya e Irapuato en menos de 48 horas, profundizando la crisis. En Celaya, un grupo armado irrumpió en una vivienda durante una celebración religiosa, asesinando a cuatro personas, incluido un menor de edad. Al día siguiente, en Irapuato, un ataque durante los festejos de San Juan Bautista dejó un saldo de once muertos y una veintena de heridos, según reportes oficiales. La mayoría de las víctimas eran civiles desarmados. Las autoridades estatales y federales han condenado los actos, pero hasta el momento no se ha reportado la detención de los responsables.
En 2024, Guanajuato encabezó también las cifras nacionales de homicidios dolosos con 3,151 casos, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. A pesar de los despliegues federales y los cambios en los mandos de seguridad, los indicadores no muestran mejoras sustanciales. La situación, para diversos analistas, refleja un colapso del Estado de derecho en regiones dominadas por grupos criminales que disputan el territorio mediante el terror sistemático.
La violencia en Guanajuato ya no se percibe como episódica, sino como estructural. El carácter cada vez más indiscriminado de los ataques, la ausencia de justicia y el debilitamiento de las instituciones locales apuntan a una crisis prolongada cuya solución no se encuentra únicamente en el reforzamiento policiaco, sino en una estrategia integral de seguridad, justicia y reconstrucción del tejido social.