La mujer azteca
Por: Damasco
Una de las primeras formas de opresión social fue la superioridad absoluta masculina sobre los derechos de las mujeres y es el precedente de la división clasista.
La opresión femenina no se funda en bases biológicas ni se trata de una función “natural”, por el contrario, sus raíces deben buscarse en las características especiales que adopta un régimen social especifico en un periodo histórico dado y analizar cuáles fueron las relaciones económicas y sociales que determinan, influyen y permiten que se desarrolle una peculiar situación de supremacía masculina.
La posición social que la mujer azteca ocupaba dentro de la sociedad podía variar dependiendo de su grupo étnico, estrato social o edad, en términos generales, era de subordinación, de explotación económica intensa, de opresión sexual y marginación política.
El ocultamiento y el olvido que juegan las mujeres, es resultado de la combinación entre las ideologías de defensas que se formaron en el mundo antiguo ante el carácter estratégico de las actividades femeninas y el desarrollo de las actividades productivas como la colaboración con el marido en las actividades agrícolas, trituraban, cuidaban casa e hijos, fabricaban el vestuario para su familia y las mantas necesaria para cubrir el monto necesario del tributo y acudían periódicamente a las casas señoriales para realizar tareas domésticas. Las mujeres del común vendían sus artículos y servicio en los mercados y de esa manera ayudaban al ingreso familiar.
A su vez, la moral azteca se hallaba impregnada de contenidos religiosos que obviamente valoraban aquellas actitudes de reverencia de las mujeres ante sus divinidades, el acatamiento y la adopción del ritual oficial, la aceptación de las normas morales dominantes, de tal manera que tanto los dioses como los hombres, “se convertían en jueces implacables de las conductas desviadas de la mujer ordinaria”.
Entre los aztecas no había leyes que rechazaran o desplazaran explícitamente a las mujeres, a través de la tradición y las costumbres se reforzaban los privilegios y prebendas que los varones fueron ganando con la militarización de la sociedad. Es decir, con las disposiciones legales de carácter clasista y sexista, el grupo en el poder mantenía su posición marginando la de aquellos que no participaban en actividades bélicas.
Las instituciones y los mecanismos ideológicos que la sociedad mexica empleó para someter al sector femenino de la población, a saber, la familia, la religión, la moral y el derecho. La ideología dominante entre los aztecas “debía su eficiencia a su arraigo en las actividades diarias a la educación, y el trato que recibía la mujer en el seno de la familia”, de tal suerte que la ideología familiar tendía a producir y mantener a las mujeres bajo control, y por tanto definía y sustentaba el poder de los hombres al crear y legitimar un sistema social en el que el grupo dominante a través de la fuerza, la presión, los rituales, la ley, el lenguaje, las costumbres y las tradiciones, la educación y la división del trabajo, determinaban cuál era el papel que las mujeres debían interpretar con el fin de estar, en toda circunstancia sometidas.
El panorama general que ofrecen las crónicas muestra a las mujeres mexicas resignadas a la violencia y a la imposición de los valores dominantes, asumiendo actitudes de consentimiento forzoso o de aceptación pasiva, a pesar de los aislados brotes de rebeldía femenina, queda de manifiesto “el peso inmenso que la ideología debió haber tenido sobre estas mujeres para que aceptaran esta subordinación, la negación de la feminidad y su consiguiente desvalorización, la división clasista y las pugnas étnicas”.
En la invasión colonialista española se combinaron los aspectos machistas de las dos culturas, aunque ambas eran opuestas, conciliaban en una sola cosa: La dominación masculina.
Salamanca, Gto. 27 de julio del 2021.
