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«Nunca voy a madurar»: La adolescencia prolongada.

¿Conoces a alguien quien ya rebasa los 25 años y aún vive con sus papás? ¿evade responsabilidades? ¿bebe demasiado? Quizá sufra adolescencia prolongada.

Es muy común ver adultos que se comportan como niños, y duran décadas actuando como adolescentes de 15 años ¡o menos!, en esta ocasión la Doctora Betzabé Vancini nos habla sobre «la adolescencia prolongada».

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Muchos autores del siglo XX han hablado de que la adolescencia es, precisamente, un invento de ese siglo. En épocas anteriores, los varones pasaban de ser niños a ser hombres según su edad, su rol en la familia o la necesidad que tuvieran de trabajar. Las mujeres, por su parte, pasaban de niñas a ser mujeres con el inicio de la menstruación y su incursión en la edad adulta implicaba toda una serie de responsabilidades propias del rol de género.

Independientemente de la base teórica, lo cierto es que en lo que va del siglo XXI la adolescencia se ha prolongado en años y en actitudes haciendo que la etapa dure aproximadamente desde los 11 hasta los 30 años de edad por impropio que parezca. Incluso se han acuñado palabras como «chavo ruco» para describir a estas personas que debieron haber superado ya la etapa adolescente pero que tienen conductas propias de la adolescencia.

Algunos síntomas de la adolescencia prolongada son:
1. Vivir en casa de los padres después de los 25 años o seguir recibiendo manutención económica de ellos pese a ser económicamente activo.
2. Evasión de responsabilidades cotidianas como preparar sus propios alimentos, lavar su ropa, aseo de su recámara o hacer compras de productos de higiene personal.
3. Elección de pasatiempos propios de una edad más joven: videojuegos, juegos de rol, visitar lugares que frecuenta un sector mucho más joven -como centros comerciales, cafés o antros-.
4. Tendencia a la irresponsabilidad con obligaciones laborales o con el propio cuerpo. Por ejemplo: beber en exceso, llegar a trabajar con resaca, vestirse de manera inapropiada para el trabajo, consumo de estupefacientes, atracones de comida, entre otros.
5. Actitudes pueriles como berrinches, peleas físicas, explosiones de llanto o actitud infantilizada.
6. Incapacidad de lograr una relación de pareja estable más allá de formalidades o títulos. Dependencia de la pareja o bien, ruptura con facilidad. También es frecuente buscar personas de menor edad para entablar relación.
7. Actitudes impulsivas y arranques emocionales.
8. Frecuente búsqueda o reafirmación de una identidad de menor edad por medio de la apariencia: ropa de «moda», perforaciones, cortes o colores de cabello llamativos.

¿Es esto un problema? No necesariamente. La adolescencia prolongada es únicamente un problema cuando hay conductas irresponsables o cuando dificulta establecer relaciones interpersonales sanas y duraderas. Siempre y cuando las actitudes «adolescentes» impliquen únicamente diversión y haya un adecuado cuidado personal y la persona esté integrada a su contexto y a las exigencias que éste le presenta.

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