La lluvia registrada en la ciudad de México el pasado 29 de mayo fue atípica, considerando las inundaciones registradas y afectaciones a la infraestructura pública y privada, principalmente en la zona sur, pero los estragos hubieran sido de menor impacto si las montañas que rodean la Ciudad estuvieran llenas de árboles, provocando que los terrenos filtren el agua justo como hace 50 años.
Actualmente, a causa de la deforestación, el agua escurre sin que sea detenida, explicó, Víctor Magaña Rueda, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en Ciencias Atmosféricas por la Universidad de California, en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
«La gente tiende a decir que llovió como nunca, y toda la culpa es del agua, pero no se ponen a pensar que esa lluvia escurre de las partes altas de las montañas hasta las partes bajas de la ciudad”, dijo el científico.
El peligro de morir a causa de un desastre natural provocado por un huracán o la pérdida de una cosecha por una intensa sequía, no es sólo consecuencia de una amenaza climática, también depende del contexto en el que ocurren estos fenómenos.
Así lo explicó, durante el taller binacional Variabilidad y Cambio Climático-Océanos, que se llevó a cabo del 30 de mayo al 1 de junio con la organización de la AMC y la Casa Universitaria Franco Mexicana.
El académico añadió que cuando ocurre algún desastre provocado por la naturaleza, políticos y ciudadanos atribuyen los daños a dichos fenómenos; “si todo se hace mal o a medias, se puede considerar el impacto que pueden tener ciertos fenómenos naturales», comentó.
«Tendríamos que tener autoridades que entiendan bien cómo manejar los ecosistemas, sectores productivos, el territorio y sociedad. Habría que cambiar ese paradigma naturalista donde todo es culpa del cambio climático, y se dejan de lado las responsabilidades de los ciudadanos y políticos, que no se ven como parte del problema”, apuntó.
«La ciencia tiene que demostrar esa relación con números, datos y ejemplos. La explicación simplona de que el clima es el que nos mató o que el huracán es el que dañó, ya no sigue siendo válida. Lo que estamos tratando de mostrar es que el modelo de desarrollo que hemos seguido es el que nos expone a graves daños”, puntualizó.