El país de pocos sindicatos y de trabajadores sin libertad sindical
Por: Oscar Alzaga*
El sindicalismo del país nunca había estado tan mal como hoy: de 53 millones de la población económicamente activa, 51 millones son considerados «ocupados», de los cuales apenas 8 millones de asalariados, de un total de 35 millones, están sindicalizados; y 24 millones de asalariados cuentan con seguridad social (el IMSS afilia a 19.9 y el ISSSTE a 4.1 millones). Sólo la tercera parte de los trabajadores inscritos en los institutos de salud son los supuestamente organizados para la defensa de sus derechos e intereses.
Entre más crece la población trabajadora menor es la sindicalizada. Hace 40 años la CTM presumía tener 10 millones de afiliados y hoy no llega ni a 1 millón, cuando en ese mismo lapso la población laboral se triplicó. Y el sindicalismo independiente sigue siendo minoría.
Pero si nos acercamos a la realidad para ver cuántos sindicatos son auténticos y defienden a las y los trabajadores, cuántos realizan asambleas con la mayoría para tomar decisiones, para aceptar o no las revisiones salariales y contractuales, o para elegir a sus dirigentes, veremos que el 90% no lo hacen y, por tanto, no son auténticos esos sindicatos. Las direcciones están distanciadas y aún actúan contra sus bases; impiden que los trabajadores ejerzan sus derechos de libertad sindical, independencia y democracia.
A los trabajadores hoy los afilian para desorganizarlos y dividirlos, para que los líderes vendan sus contratos colectivos de trabajo (CCT) a la patronal y les vacíen sus prestaciones y derechos, faciliten la subcontratación (outsourcing) y, de paso, así reducen la sindicalización. ¿Cuántos trabajadores de empresas subcontratistas están sindicalizados o fueron separados de los sindicatos?
¿Qué tanto ha cambiado el sindicalismo que dejó el neoliberalismo, en los 2 años de la 4T? ¿Qué tanto se aplica la reforma laboral de 2019 en la realidad? ¿Cuántos sindicatos han modificado sus estatutos conforme a la nueva Ley Federal del Trabajo (LFT)? ¿Cuántos CCT se aprueban o desaprueban por asambleas y por voto secreto y libre?
La CTM en 1986 tenía 456 mil afiliados, en 1993 crece a 914 mil, pero se estanca entre 1995 y 2000 en 900 mil; en 2008 baja a 859 mil, cuando la población ocupada crece al doble. Igual la CROC, afilia 82 mil trabajadores en 1986, sube a 168 mil en 1993, pero en 2008 baja a 70 mil. Internacionalmente bajó casi todo el sindicalismo, salvo algunos países, pero aquí fue catastrófico tanto por la caída en cantidad y peor fue la calidad sindical, por la venta de los CCT y la entrada libre de la subcontratación. Degradaron el mundo laboral y sindical.
La CTM charra antes era antidemocrática pero no vendía los CCT, y en 1976 los salarios llegaron a su mejor etapa. No había subcontratación sin control. En los años 70 y 80 la marcha del 1° de mayo en el zócalo era de más de 1 millón trabajadores, en 2020 no llegan a 10 mil. Pero hoy su fuerza radica más en el apoyo patronal, que en ellos mismos.
La CTM, CROC, los ferrocarrileros, petroleros, electricistas de CFE, SNTE y otros, eran y son afiliados y sumisos al PRI, pero juntos fueron cayendo: en 1985 el PRI tenía 296 diputados y la CTM 52, en 2006 el PRI llega a 106 y la CTM a 6. En el Senado, en 1988, el PRI tiene 60 senadores y la CTM 16; para el 2000, el PRI baja a 60 y la CTM a 2. Hoy el PRI necesita muletas y aliarse al PAN y PRD para sobrevivir.
En 2008 los sindicatos independientes tenían 650 mil miembros y para 2020 casi 900 mil. Los trabajadores del Estado (Federación, estados y municipios) afilian a 3.5 millones. Pero de todos faltan transparencia e información confiable de la STPS, e igual que del cumplimiento de las reformas de 2017 a la Constitución y de la LFT de 2019, los tratados internacionales y el T-MEC, para poder arribar a los cambios propuestos sobre la libertad sindical.
La patronal, al revés, en 40 años aumentó su poder socioeconómico y político como nunca y está mucho más organizada. Penetra todos los medios de comunicación y partidos; subordina al 60% de los líderes sindicales; está presente e influye en toda la estructura del Estado, igual en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la banca, en las Juntas de Conciliación y Arbitraje y otros tribunales; con despachos de los operadores de la subcontratación, la venta de CCT, que hoy hacen el papel de aquellos porfiristas: defienden los intereses ilegales de sus clientes oligarcas, extranjeros o nativos.
Ante el T-MEC México tiene pendiente cumplir casi todo el Capítulo 23 Laboral y el Anexo 23-A de la Representación de los Trabajadores en la Negociación Colectiva. Destacamos lo más importante:
Art.23.2: Las naciones “reconocen el importante papel de las organizaciones de trabajadores y empleadores en la protección de los derechos laborales internacionales reconocidos.”
Art. 23.10: “Concientización Pública y Garantías Procesales”; el país “promoverá la conciencia pública de sus leyes laborales, asegurando que la información relacionada con leyes laborales y procedimientos de su aplicación y cumplimiento esté públicamente disponible.”
Art. 23.11: “Asegurará el acceso apropiado a tribunales para la aplicación de las leyes laborales”, que en las Juntas no existe, siguen igual que antes de la reforma de la Constitución de 2017 y la reforma a la LFT.
“Ningún país dejará de aplicar efectivamente sus leyes laborales… promoverá el cumplimiento… investigando presuntas violaciones, incluso mediante visitas de inspección in situ no anunciadas.”
Garantizar “el derecho de los trabajadores a participar en las actividades concertadas de negociación o protección colectivas y a organizar, formar y afiliarse al sindicato de su elección…”
*Abogado, miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos y la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas.