La sintomatología, se asocia a trastornos del estado de ánimo que causan mayor proclividad a ser ansioso o depresivo, a la disminución en el rendimiento en las actividades cotidianas y dificultad en las interacciones sociales.

Existen tres subtipos de insomnio:

  • Dificultad para empezar a dormir o falta de sueño de inicio; la presencia de diferentes despertares por incapacidad o problema para volver a dormir, conocido como insomnio de mantenimiento, y un solo despertar antes de lo programado con la imposibilidad para volver a dormir, denominado despertar prematuro o insomnio terminal.
  • El insomnio ocasional o transitorio afecta a entre 33 y 34 por ciento de la población y generalmente son personas aprehensivas y preocupadas por razones múltiples. Es más frecuente en mujeres y aumenta conforme avanza la edad.

El estudio del sueño se llama polisomnografía, el cual se utiliza para identificar la enfermedad que provoque el problema, como el ronquido, síndrome de apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas o de movimientos periódicos de las extremidades.

En caso de que ambos fallen, se valora el uso de psicofármacos para dormir, según la edad, el sexo y el estado de salud en general y el tiempo de duración del medicamento.

Si padeces de insomnio realiza lo siguiente:

  • No abusar del consumo de alimentos o bebidas con cafeína después de la comida, para darle tiempo al organismo de metabolizar y eliminarla antes de acostarse.
  • Tener una recámara limpia y ordenada.
  • Apagar 30 minutos o una hora antes de acostarse los dispositivos electrónicos, para que esa estimulación luminosa y emocional no intervenga de manera negativa.

La prevención del insomnio y la higiene del sueño se relacionan con un estilo de vida saludable: establecer horario para acostarse y levantarse (temprano es lo ideal), hacer ejercicio de manera regular -principalmente por la mañana- y evitar la ingesta de alcohol en la noche para lograr el sueño.