El consumo de arroz en México es de 7.3 kilogramos por persona, de los más bajos de América Latina, si se compara con Costa Rica, Perú y Brasil, donde el consumo per cápita es de 62.1, 48.5 y 48.1 kilogramos por persona al año.
En los últimos 10 años, el consumo per cápita del grano se ha mantenido entre 6.5 y 7.5 kilogramos por persona, sin embargo, hay oportunidades de crecimiento si se destacan sus propiedades alimenticias, refiere un documento del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), destaca que la producción nacional de arroz cubre solo el 25 por ciento de la demanda nacional, el 75 por ciento restante son importaciones.
En México, el arroz es cultivado principalmente en Nayarit, quien aporta cerca del 22 por ciento de la producción nacional, seguido de Campeche con el 17%, Michoacán con 15%, Colima y Jalisco, con 8 y 7%, respectivamente.
A pesar de la importancia del arroz en la alimentación de la población mexicana, a la fecha no se han logrado desarrollar las estrategias eficientes que permitan elevar la producción y la productividad, y con ello reducir el nivel de importación, que en el 2017 totalizó 1.18 millones de toneladas; en su mayoría provienen de Estados Unidos, Uruguay, Tailandia y Guyana.
¿Por qué México no produce tanto arroz?
Para este año, se proyectan sembrar 42 mil hectáreas de arroz en México, con lo que se pretende obtener un volumen de producción de 265 mil toneladas métricas.
En los últimos cinco años, se han sembrado 40 mil hectáreas de arroz, por debajo de las 120 mil hectáreas que se sembraron a finales de la década de los 90.
Mientras la superficie cultivada ha tenido una caída del 66% en 20 años, el volumen producido solo se ha reducido en 43 por ciento.
Detalló que una limitante para la producción de arroz en México es la falta de sistemas de riego, ya que la producción bajo el régimen de temporal reduce de manera importante los rendimientos.
Los problemas de lluvias irregulares, la falta de infraestructura hidráulica, aunado a la presencia de plagas y enfermedades contribuyen a la reducción de los rendimientos, generando con ello notables pérdidas a los productores que se dedican a este cultivo.
México tiene potencial para incrementar la superficie cultivada, particularmente en el sureste del país.