Durante su vida, animales y plantas se acompañan de muchas células que no son de origen humano, animal o vegetal; son microorganismos que mediante la simbiosis con su hospedero influyen en su funcionamiento, desarrollo y resistencia a diferentes tipos de estrés.
Al analizar el microbioma de agaváceas y cactáceas, el grupo de investigación encabezado por Laila Pamela Partida Martínez, ha develado comunidades muy diversas de microorganismos asociadas a las plantas, las cuales facilitan su adaptación a los ambientes áridos.
“Desde que las plantas nacen se exponen a un gran número de micoorganismos que se encuentran en el suelo y a partir de su germinación, incluso desde la semilla, se asocian con algunos de ellos que las acompañan en todo su desarrollo”, sostuvo Partida Martínez, investigadora del Cinvestav Unidad Irapuato.
“Existen al menos ocho mil 600 grupos microbianos asociados a agaves y cactus. Sabemos cómo se ensamblan sus comunidades y hemos identificado varios grupos de microorganismos que promueven el crecimiento vegetal, aumentando la biomasa, el contenido de proteínas y de carbohidratos, a la vez que incrementan la tasa de germinación de las semillas en condiciones de estrés hídrico”, explico la doctora en Biociencias por la Universidad Friedrich Schiller de Jena, en Alemania.
Además, los investigadores evalúan diversos compuestos orgánicos volátiles que mandan los microorganismos a la planta. Estos mensajes químicos hacen que la planta reaccione activando su crecimiento e incrementando sus defensas. “A la fecha hemos analizado los volátiles emitidos por más de 45 cepas de bacterias y hongos e identificado al menos dos moléculas que promueven el crecimiento vegetal”, mencionó la investigadora.
Este proyecto de investigación se realizó en especies del género Agave y en cactáceas, especies importantes que dominan los ecosistemas áridos y semi-áridos, los cuales representan hasta 50 por ciento del territorio del país. Además, se sabe que los agaves se originaron y diversificaron en México y que las cactáceas están ampliamente distribuidas en el continente americano.
El estudio incluyó trabajo de campo durante dos años para colectar agaves y cactus en poblaciones silvestres localizadas en Guanajuato y California, así como en campos cultivados de Agave tequilana, usado para la producción de tequila, en las zonas de denominación de origen en Guanajuato y Jalisco.