Por: Mtro. Eber Sosa Beltrán.
Maestro en psicología clínica y activista social interesado en el género, el medio ambiente y los derechos humanos.
Los espacios de reflexión para hombres en conflicto con la ley, se enmarcan en un contexto donde la administración de la justicia ha ido generando alternativas para llevar a cabo acciones en las cuales los hombres han sido consignados por la autoridad al cumplimiento de una medida restitutiva o de suspensión condicional del proceso relacionada con la intervención psicológica.
Estas directrices se fundamentan tanto en convenciones y tratados internacionales para la prevención, sanción y erradicación de la violencia como en su armonización en un marco jurídico nacional y estatal; sus procedimientos se conjugan con otras medidas sustantivas tales como la reparación del daño o el cumplimiento de órdenes de restricción.
Este mecanismo requiere principalmente que el sujeto de cuenta de sí, supone en muchos de los casos la admisión de una responsabilidad respecto a hechos presuntamente delictivos en los cuales la autoridad plantea la posibilidad de que el sujeto pueda eventualmente hacerse cargo de sus actos y evitar verse involucrado en nuevas situaciones de conflicto con la ley.
Este procedimiento genera experiencias peculiares, por una parte es traducida por los presuntos responsables como una medida alternativa a la privación de la libertad, una condición positiva que permite librarse del peso de la ley al buscar en el sujeto su interpelación, es por lo tanto valorado y definido desde la ciencia psicológica para darle un estatus, una rotulación específica que transite del culpable del delito, al responsable de su acción.
Este tránsito es complicado por una parte debido al estigma social que reproduce un esquema de relación antagónica entre el sujeto y la ley, esto se ve reflejado en los relatos de los hombres que participan en los procesos de intervención psicológica, todos afirman el trato negligente de la autoridad y la falta de credibilidad en la justicia, parece que el estigma social es el primer juicio que el sujeto enfrenta, un juicio a priori que le acusa y vulnera sus derechos. Una experiencia que impide asumir la propia agencialidad y la importancia de reconocer el sufrimiento y el daño al otro.
Se asume que un sujeto incapaz de responder por sus actos, es incapaz de pensarse o de reflexionar sobre su entorno y así se cae fácilmente en un círculo vicioso, un sujeto despreciable que trata a otros con desprecio, es ésta la moneda de cambio que perpetúa la injusticia. ¿Qué pasaría si trataremos justamente a los injustos? ¿Podrían de esa manera dar cuenta de sus propias fallas?