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Eterna Jornada

ANTE LA EMBESTIDA NEOLIBERAL EN CONTRA DE LOS TRABAJADORES: UNIDAD DE LA CLASE OBRERA (CUARTA PARTE) Por Alberto Reyna García La clase obrera dividida es impotente para influir en...

ANTE LA EMBESTIDA NEOLIBERAL EN CONTRA DE LOS TRABAJADORES: UNIDAD DE LA CLASE OBRERA

(CUARTA PARTE)

Por Alberto Reyna García

La clase obrera dividida es impotente para influir en el cambio de la situación que prevalece. La división no se limita, sin embargo, al señalamiento del movimiento sindical en diversas centrales, facciones y grupos, cada cual autoerigiéndose en redentores del proletariado, pero sin que ninguno se guíe por las tesis del sindicalismo revolucionario.

En los últimos tiempos algunos elementos, tratando de depurar a los sindicatos de sus líderes conservadores o indeseables y de hacer resurgir la combatividad de la clase trabajadora, pretenden crear un nuevo sindicalismo, sin embargo, en lugar de lograr este propósito han contribuido también a la división ahondándola y confundiendo a gran parte de los miembros del movimiento sindical. A título de simples ejemplos se pueden mencionar algunos:

A raíz de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación sentó, hace tiempo, la jurisprudencia que restituye a los empleados públicos el derecho a constituir él o los sindicatos que deseen, así como pertenecer al de su preferencia, el tema de la libertad sindical ha sido tomado como bandera por diversas agrupaciones sindicales, emprendiendo una campaña nacional por la libertad sindical, que tal como la conciben a lo único que puede llevar es a pulverizar el movimiento sindical, cuestión que promueven los neoliberales y la Federación Americana de Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en ingles). Las mismas organizaciones que sirvieron al gran capital norteamericano para destruir a la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), para introducir la Alianza para el Progreso, y controlar el movimiento sindical en nuestro continente (fines de los años 40 del siglo XX).

Esta es parte de la estrategia de división y pulverización diseñada por los neoliberales, quienes establecen la necesidad de mantener un Estado fuerte, pero solamente por lo que se refiere a su capacidad para combatir y desarticular a los sindicatos y maniatar a la clase trabajadora para beneficio de los dueños del capital. Los neoliberales quieren, por el contrario, un Estado débil, en cuanto a que no interfiera ni limite las posibilidades de lucro de los empresarios, sobre todo de los

monopolios y consorcios extranjeros, que no intervenga en la economía ni tutele los derechos de los trabajadores, que recorte el gasto social y restaure una tasa “natural” de desempleo, o sea la creación de un ejército de reserva de trabajo para quebrar a los sindicatos, sobre todo si estos son pequeños los borran de un plumazo.

La existencia de este ejército de reserva de trabajo se ha visto reforzada como resultado de la penetración de las relaciones mercantiles en la agricultura del Tercer Mundo, con lo que las estructuras sociales y económicas tradicionales fueron proletarizadas, logrando la conformación de una gran masa de trabajadores sin empleo productivo.

LOS SINDICATOS Y LA LEGISLACIÓN LABORAL

El orden jurídico en México, que a partir de 1917 defiende por igual la vigencia de garantías individuales y las sociales ahora están amenazadas; las organizaciones patronales, partidos políticos burgueses y el gobierno, pretenden modificarlas para eliminar el carácter tutelar de la legislación laboral.

Con el pretexto de que hay la necesidad de nuevas formas de organizar la producción a causa, entre otras, del fuerte impacto de las innovaciones tecnológicas, dicen, es necesario eliminar la regulación de carácter tutelar en el ámbito jurídico laboral y sustituirla por una amplia gama de modalidades en los contratos, que ya se aplican en la práctica a partir de los años ochenta, tales como trabajos temporales, tiempos parciales, flexibilidad, movilidad funcional y toda clase de mecanismos animados por las tendencias neoliberales en el escenario mundial de la economía en el que, para infortunio del trabajador, el poder que pierde el Estado lo gana la empresa,

Tan es así que los cambios de tendencia neoliberal se han plasmado, sin embargo, en los contratos colectivos de trabajo. Pero ya desde 1988 se inició un debate que no termina aún acerca de la necesidad de flexibilizar la ley laboral. Las primeras propuestas de modificación provinieron de las organizaciones empresariales Concanaco y Coparmex. El punto central fue la “flexibilidad del trabajo”, argumentado por el “nuevo contexto de globalización del mercado y la producción, la modernización de los procesos productivos, la necesidad de proporcionar mayor confianza a los inversionistas y, sobre todo, elevar la productividad y la calidad”.

En aquellas propuestas iniciales se comprendían los tres aspectos clásicos de la flexibilidad del trabajo, además, se pretendía imponer limitaciones a los trabajadores en relación con los conflictos obrero-patronales.

Se propone revisar el concepto de indemnización por despido, simplificar el retiro del trabajador y el concepto de salario caído así como replantear el proceso de rescisión de contrato.

En lo funcional, se plantea flexibilizar la jornada de trabajo, establecer la polivalencia y comisiones de productividad.

En lo salarial, replantear el concepto de salario remunerador y poner el salario en función de la productividad y de las condiciones económicas de cada empresa, reformular la idea de prestación económica y ponerla en función de las capacidades de cada empresa, así como implantar el salario por hora.

En cuanto a los conflictos obrero-patronales, se pide prohibir las huelgas por solidaridad, establecer la responsabilidad de los sindicatos si las huelgas eran declaradas inexistentes y mayores restricciones a las huelgas en los servicios públicos.

En el año de 1989 la diputación obrera del Partido Revolucionario Institucional (PRI),logro que el Congreso de la Unión hiciera una consulta popular acerca de las posibles modificaciones a la Ley Federal del Trabajo; la Secretaría del Trabajo formó una comisión tripartita para la elaboración de un proyecto de modificación, pero ésta no llego a emitir ningún resultado público. Desde ese año a la fecha, periódicamente los empresarios nacionales y extranjeros han reclamado una nueva Ley del Trabajo y los sindicatos se han dividido entre los que se oponen a toda modificación –el llamado sindicalismo independiente y, además, la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y en ese tiempo; el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)- y los que aceptan modificaciones que no afecten derechos adquiridos, sobre todo hablan de la necesidad de un nuevo capítulo acerca de modernización y productividad, entre estos el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) y el Frente Auténtico del Trabajo (FAT).

Una propuesta sistemática empresarial está contenida en el documento que las organizaciones empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y las demás cámaras, presentaron en 1994 al candidato “triunfante” a la Presidencia de la República. Ernesto Zedillo, de lineamientos de política económica que contiene un apartado laboral. En este documento se pretende justificar el cambio en la legislación del trabajo en aras de lograr una mayor competitividad. Los puntos principales de modificación según los empresarios son:

– Movilidad funcional y geográfica con varias habilidades.

– Contratos temporales, por hora o jornada reducida.

– Racionalizar causales de rescisión de contratos.

– Limitaciones en cuanto a responsabilidades en juicios laborales por el pago de salarios caídos.

– Pago por hora.

– “Democratizar” la huelga: previo al estallamiento, acreditar la voluntad mayoritaria de los trabajadores con voto secreto; asimismo en la de decisión para levantarla.

– Desaparecer las juntas de conciliación y arbitraje.

– Desaparecer los contratos ley.

– Establecer contratos de capacitación sin que impliquen relación laboral.

– Acabar con el escalafón ciego y cambiarlo a escalafón por capacidad.

– Establecer prestaciones laborales y sindicales de acuerdo con las condiciones de cada empresa (implica el cuestionamiento del funcionamiento de la seguridad social).

– Eliminar la cláusula de exclusión por ingreso y separación.

– Libertad de sindicalizarse, y

– Sindicalismo apolítico (acabar la relación con los partidos).

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