
Recientes informes del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) indican que existe un 70 % de probabilidad de que se desarrollen dos nuevos ciclones tropicales en la cuenca del Pacífico durante los próximos días. Esta situación añade tensión a una temporada ya activa, que se mantiene bajo estrecha vigilancia.
A inicios de mes, el huracán Bárbara se convirtió en el primer meteoro significativo del año en el Pacífico oriental, alcanzando categoría 1 con ráfagas de hasta 150 km/h y generando oleaje y fuertes lluvias en Jalisco, Colima y Michoacán. Su tránsito motivó alertas preventivas y puso a la población en modo de emergencia ante un sistema capaz de evolucionar con rapidez.
En paralelo, el fenómeno denominado Cosme alcanzó una probabilidad del 70 % de intensificarse hacia huracán, aunque por el momento no se prevé sea una amenaza directa para costas mexicanas. No obstante, este escenario destaca que se mantiene latente un posible escenario complejo en las próximas semanas.
Según las proyecciones de Conagua y el SMN, para 2025 se esperan entre 16 y 20 ciclones tropicales en el Pacífico y entre 13 y 17 en el Atlántico. De ellos, hasta seis podrían alcanzar categoría mayor (3, 4 o 5), ratificando una temporada con actividad ligeramente superior al promedio histórico.
La combinación del entorno atmosférico —con una fase neutra del fenómeno ENSO— y la alta temperatura de la superficie marina favorece la formación sostenida de tormentas tropicales y huracanes. El último dato disponible indica ya la presencia de cinco ciclones (dos de ellos huracanes) en el Pacífico.
Históricamente, los estados más vulnerables en México incluyen Baja California Sur, Sinaloa, Guerrero, y en la vertiente Atlántica, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tamaulipas. La experiencia de huracanes recientes como Otis (2023) ha impulsado que las autoridades -especialmente Protección Civil y Conagua- prioricen protocolos de avisos anticipados, preparación ciudadana y estrategias de emergencia.
En consecuencia, se aconseja a la población y a las instancias responsables mantener activa la monitorización meteorológica, reforzar planes domésticos y comunitarios de emergencia, y actuar con rapidez frente a nuevas alertas, ya que los fenómenos podrían intensificarse con velocidad y afectar regiones costeras.