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TÓPICOS DE LA ALTERIDAD

POR: DTE. JUAN MANUEL PASCUAL ALARCÓN SÁNCHEZ

“EL HOMBRE DIVIDIDO”

 

A finales del siglo pasado y principios de este, nuestro mundo ha sufrido un cambio cualitativo sobre la forma de asumir las relaciones entre géneros, se ha discutido, dialogado y confrontado el lugar de los mismos en esta sociedad cambiante y en constante movimiento. También ha devenido de manera paralela y como una especie de resistencia ante los mismos cambios, una lucha que frena todos los intentos de equidad y que pareciera que últimamente gana terreno, la llamada “guerra entre géneros” infundada y carente de todo sentido, se ha posicionado a través de la proliferación y difusión en redes sociales caracterizada por la creación de conflictos basados en el pensamiento posmoderno, donde se relativiza todo criterio colocándolo como una verdad individual e inamovible, enajenando y desdibujando estudios serios que sostienen la mutualidad, complementariedad y equidad entre la diversidad sexual.

Desde la gestación el nuevo ser comienza a vivir procesos de interacción, su primer forma de relacionarse es auditiva, inicia así la construcción social de los “roles de género”, la forma en que se le habla desde lo masculino o femenino, según los resultados médicos que establecen la identificación de su ser sexuado; por otro lado, cuando se da el contacto externo con el mundo y que se le induce al acto de llorar y comience a respirar (paradójicamente este acto -de llorar- a lo largo de su vida, le será negado y más si es varón) aparecen también las demás formas de construcción de su sexualidad; si es hombre el color aludido será el azul, mientras que si es mujer el color será rosa, determinando así su devenir en una sociedad estereotipada con una serie de condiciones para ambos.

El resultante de ello ya se conoce: el discurso de la sociedad perfila al hombre como el “sexo fuerte”, proveedor, insensible, rudo, soporte, destinado a la salva guarda y protección de la familia, activo sexualmente y el generador del placer, al que se le permite y obtiene un reconocimiento “honoris causa” si anda con muchas mujeres; quien no ha de cumplir estos “requerimientos” se le destina al señalamiento y se le recrimina nominándolo como “marica, homosexual, chico sin violencia” y muchos otros apelativos que se le dan por irrumpir lo socialmente determinado. A la mujer, por otro lado, se le determina el antagonismo del varón, el “sexo débil”, receptora, administradora, sensible, tierna, la que consuela, la que educa, la ama de casa, la dama y señorita, la de las buenas costumbres, la santa, virgen y casta, pasiva sexualmente y receptora de placer, la que no se le permite tener una relación de infidelidad, la sometida y sumisa, la que cocina y atiende los asuntos del “alma”; y de la misma manera, quien no cumple con el estereotipo es señalada, vejada, destruida no solamente por los hombres sino también por algunas mujeres que asumen este chip como verdadero, como puta, cualquiera, zorra y muchos etcéteras que duelen e inmovilizan, que son las causantes a lo largo de la historia de la humanidad de homicidios, asesinatos, inquisiciones y juicios.

El origen de ello es la cultura patriarcal, heteronormativa y machista en la que vivimos, aunque parezca cliché si no modificamos nuestra cosmovisión y la forma de entender y entendernos difícilmente podremos generar condiciones de equidad, aunque existen ciertos avances, aún las relaciones de sometimiento se encuentran muy vigentes y amenazan la gran parte de la humanidad y su muy diversa sexualidad.

Pareciera que el discurso de la liberación femenina y la diversidad sexual, aún se encuentran distantes de ser realidad, es menester colocar aquí la reflexión: si la mujer vive una crisis por las condicionantes arriba expuestas, el hombre vive una DOBLE CRISIS: primera por estar obligado a perpetuar estos esquemas irracionales de machismo hacia los que le rodean, agrediendo incluso a otros hombres, y segunda una crisis consigo mismo, por privarse la posibilidad de una liberación de estos esquemas con su persona debido a la referencia machista y, por no permitirse explorar la parte “femenina” que con ahínco la ha negado por el miedo a sublevarse y someterse a este discurso de superioridad…

 

Contacto: [email protected]

Facebook: Pascual Alarcón Sánchez.

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