- En medio de su dolor familiares demandaron al edil Antonio Arredondo garantías que oficiales desempeñen su labor con seguridad.
Entre reclamos y exigencias de justicia, familiares de los tres oficiales de Policía Municipal de Salamanca secuestrados y ejecutados por el crimen organizados, con el malestar que da el dolor y la impotencia de perder a un ser queridos, demandaron al edil Antonio Arredondo Muñoz respuestas y sobre todo garantías para que este crimen no quede impune y que los elementos que conforman la corporación desempeñen su labor con certeza laboral y protección personal.
En medio de estremecedoras escenas de un dolor e impotencia que cimbraron a funcionarios municipales, deudos y demás personas que se dieron cita en las instalaciones del Complejo de Seguridad -C4-, fueron arribando como lo hicieran cada día, los cuerpos de los oficiales Luis Ángel Reséndiz Muñoz, Martín Alberto García Ortega y Juan Manuel Vergara Rojas.
Con interminable llanto y llamados desgarradores de hijos, esposas, madres, hermanos y demás familiares que se resistían a la pérdida del oficial que cada día arriesgó su vida no solo para llevar el sustento a su familia, sino para procurar seguridad y protección a la población salmantina.
La ceremonia del pase de lista realizada a las puertas de la corporación donde autoridades encabezadas por el edil Antonio Arredondo Muñoz, esperaban en la entrada principal del Complejo de Seguridad, para iniciar con el homenaje que ofrecerían en la ceremonia del último pase de lista.
Mientras los féretros eran envestidos con los colores de la bandera nacional, distinción que reciben los elementos caídos en el cumplimiento de su deber, el edil al dar la bienvenida a la esposa de uno de los oficiales, ésta en medio de su dolor de inmediato exigió a Antonio Arredondo, el compromiso de la autoridad municipal para que se castigue a los responsables y que el crimen que arrebata a los padres, esposos, hijos, hermanos y sobre todo a vigilantes de la seguridad y bienestar de los salmantinos, no quede impune.
Desde este primer intercambio de palabras aunado a la desesperación y al interminable dolor que imposibilitaba el diálogo con el resto de los familiares, obligó a cambiar la programación a fin de recortar el protocolo tradicional, no tanto por el llanto desgarrador de los deudos, sino por los reclamos que en todo momento se escucharon en contra de las autoridades.
La desesperación de despedir a su ser querido, alentó a los familiares a nunca dejar de recriminar al edil Antonio Arredondo Muñoz, lo que su administración dejó de hacer en lo salarial como en su protección personal, responsabilizando de alguna manera de esta forma, que estuvieron expuestos y a merced de una delincuencia que no desaprovechó su vulnerabilidad para disponer de su vida.
Entre frases de “señores apiádense de nosotros”, “queremos que hagan justicia por estos hombres que arriesgan su vida para mantenernos con uno pocos centavos”, externado por las viudas y las madres, una de las hermanas pidió a la sociedad que rectifiquen su actuar que haya unidad de los buenos para abatir a los malos, pero ante todo pidió que se cese la violencia que genera más violencia, y que ha llevado a la inseguridad, inestabilidad social y sobre todo a la pérdida de la paz social, que con el esfuerzo de todos se debe recuperar.
En medio de este sentimiento de impotencia por lo que se dejó de hacer, el evento se recordó omitiendo algunos momentos como la entrega de la enseña nacional a las tres familias, así como de la fotografía respectiva de cada elemento, así como la colocación de sus nombres en el muro de los elementos caídos, dando por terminada de manera rápida en medio de unos ánimos encendidos y un inconsolable llanto que enternecía por el llamado que pequeñitos le hacían a sus padres.
