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Eterna Jornada

MARX, UN VISIONARIO DE NUESTRO TIEMPO Por Manuel De la Torre Rivera La reflexión de esta ocasión surge de la conjunción de tres hechos separados por el tiempo, el...

MARX, UN VISIONARIO DE NUESTRO TIEMPO

Por Manuel De la Torre Rivera

La reflexión de esta ocasión surge de la conjunción de tres hechos separados por el tiempo, el más inmediato es la frase con la que empieza el artículo titulado Democracia y sindicatos (25-04-2018) de esta columna, del que es autor nuestro compañero Alberto Reyna García; que dice así:

La sentencia marxista: “del lado del obrero su única fuerza es su masa; pero la fuerza de la masa se rompe por la desunión”, sostiene que la consigna fundamental para todos los trabajadores sigue siendo: “trabajadores del mundo, uníos”.

Y para respaldar esa frase que a pesar de haber sido dicha hace cerca de 170 años, sigue teniendo vigencia, el editor del artículo de referencia, recogió en una imagen, parte del mural de Diego Rivera en las escaleras del Palacio Nacional, (1929), en el que se ve la figura de Carlos Marx indicando la dirección del camino de los trabajadores, sosteniendo en una mano el Manifiesto que dice: “Toda la historia de la sociedad humana hasta hoy es una historia de lucha de clases. Para nosotros no se trata precisamente de transformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de esfumar las diferencias de clases, sino de la destrucción de éstas; no se trata de reformar la sociedad actual sino de formar una nueva”.

Estas frases entresacadas del Manifiesto original, cuando su autor tenía tan sólo 30 años nos conducen al tercer hecho que queremos aludir y es que Carlos Marx cumple en este 2018 doscientos años de haber nacido en Tréveris, Alemania, aunque sus restos descansan en Inglaterra y el estudio que él realizó del sistema económico dominante, el capitalista, sigue vigente en el mundo y da claras muestras de haber creado las condiciones para el exacerbamiento de la lucha de clases de que nos hablaba Marx, por la acumulación de riqueza en muy pocas manos al lado de una gran masa mundial de pobres que generan esa riqueza pero no reciben sus beneficios; definiendo así dos clases antagónicas: la explotadora capitalista y la explotada proletaria.

Esa simple conclusión descrita en el Manifiesto hace 170 años e ilustrada por un muralista reconocido en la escalera del Palacio Nacional, la han combatido los principales líderes sindicales y miembros de organismos corporativos para el control de los trabajadores del país, traicionando a la clase trabajadora, convirtiéndose en sicarios a la orden del capital, como lo ilustran los siguientes hechos de nuestra historia laboral:

  1. El Pacto Obrero Industrial de 1945, donde ya se imponía la engañosa unidad de los desiguales en favor de los dueños del capital, para:

 

* “elevar las condiciones materiales y culturales de las grandes masas del pueblo”.

* “que obreros e industriales aspiraban a la construcción de un México moderno”.

* “que hemos realizado esta unión sin menoscabo de los puntos de vista particulares de las dos clases que representamos”.

  1. El Pacto de Guadalajara (1955), convocado por la CTM, ya sellaba el control y la línea presidencialista, que seguía el modelo de Miguel Alemán: direcciones sindicales a modo, golpes a las que buscan su autonomía, represión abierta a los opositores de izquierda.
  2. Ya para 1977, López Portillo no se toma la molestia de considerar a los trabajadores a la hora de lanzar un nuevo pacto: la Alianza para la Producción, eran los primeros signos de la etapa neoliberal.
  3. Luego de 1988 vendría la represión salinista, las restricciones al salario, las reformas laborales que han menoscabado seriamente los derechos constitucionales de los trabajadores, la irresponsable inmoralidad laboral de las empresas al recurrir a la contratación mediante intermediarios (outsourcing) y que actualmente, en el 2018, tratan de darle respaldo jurídico constitucional a espaldas de los trabajadores a esas contrarreformas, como hemos denunciado en esta columna en artículos anteriores.

Una reflexión final: Definitivamente, el pensamiento de Marx sigue vigente, pero se impone la pregunta: Si las promesas empresariales de construcción de un México moderno elevando las condiciones materiales y culturales de las grandes masas del pueblo no se han cumplido después de 75 años de declaradas, ¿hasta cuándo los trabajadores observarán pasivamente las violaciones a sus derechos laborales?

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