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#Biósfera SOBERANÍA/ DEFENDER LA NACIÓN

Por: Alfonso Díaz Rey*  «La soberanía no es un concepto abstracto, no existe al margen o por encima del pueblo. Este es su titular y el único que puede...

Por: Alfonso Díaz Rey* 

«La soberanía no es un concepto abstracto, no existe al margen o por encima del pueblo. Este es su titular y el único que puede ejercerla. Mas no solo porque así lo dispongan las leyes sino porque tenga realmente la posibilidad de hacerlo». [1]

– Alonso Aguilar Monteverde

La defensa de la soberanía ha constituido, históricamente, un obstáculo a la dominación de los pueblos y ha sido, como la libertad, eje fundamental en sus luchas por alcanzar la independencia.  

La soberanía es una facultad exclusiva de los pueblos, que les permite organizarse y conducirse de la manera que mejor convenga y, en todo momento, realizar los cambios necesarios que mantengan el más amplio ejercicio de esa facultad.

Es por ello que en el capitalismo los países, sectores y clases dominantes intentan usurpar tal facultad para erigirse en representantes de toda la sociedad, y utilizarla en favor de sus intereses.

La instauración de la versión neoliberal del sistema, en la que se presentó la globalización del capital financiero, la desregulación de la economía y el «adelgazamiento» de los Estados nacionales como la solución a los problemas del mundo, fue acompañada de la difusión de teorías como la del Fin de la Historia y de la eliminación de conceptos como el de la soberanía, con lo que pretendían desarmar ideológicamente a los pueblos para someterlos y controlarlos más fácilmente.     

Como para los objetivos del neoliberalismo la soberanía constituye un serio obstáculo y carece de valor ─monetario─ en su mercado, decidieron desaparecerla como un ejercicio esencial y exclusivo de los pueblos, por lo que la calificaron como un concepto anacrónico y obsoleto que representaba un obstáculo al desarrollo.

Podría decirse que en la medida que un país cuente con los recursos materiales, tecnológicos, financieros, además de personal capacitado y calificado en las distintas áreas de la actividad de la sociedad, en esa medida tendría la posibilidad de emprender un desarrollo independiente. 

Sin embargo, los recursos naturales no están distribuidos de manera uniforme en el planeta; además, las desigualdades creadas por el capitalismo inciden en niveles de educación, desarrollo tecnológico y capacidad financiera de la mayoría de los países; y es común que muchos de ellos aun con abundantes riquezas naturales sean pobres, dependientes y subdesarrollados, condiciones impuestas por relaciones de intercambio subordinadas y desiguales.

Nuestro país cuenta con una variedad de recursos naturales en cantidades para poder ser autosuficiente en muchos aspectos, y utilizar parte de los excedentes para cambiarlo por productos, servicios o materiales en los que tenemos carencias o déficit. Con ello se reforzaría nuestra soberanía. Claro, en un ambiente internacional de relaciones de intercambio justas; por ello «[…] el principio de la soberanía y la posibilidad de ejercerla están ligados a la independencia económica y cultural, a la independencia política y social e incluso a la paz y la amistad entre los pueblos»[2] El principal obstáculo para lograrlo es el sistema económico, político y social vigente: el capitalismo.

Cuando un pueblo lucha por las mejores y más nobles causas y con un elevado sentido de la dignidad, la soberanía debe ejercerse a plenitud o se corre el peligro de que sea vulnerable.

En nuestro país tenemos la muy reciente experiencia de fallas y emergencias en el sistema eléctrico, se dijo que debido a las «ondas de calor». Sin embargo, el que en la generación de electricidad el 46% dependa de empresas privadas ─en buena medida extranjeras─ muestra la elevada vulnerabilidad en ese aspecto. 

Hay infinidad de casos que podrían servir de ejemplo, la inmensa mayoría producto del neoliberalismo, que modificó la legislación para retirar el carácter de «estratégico» a recursos o actividades ─en no pocas ocasiones a posteriori─ con objeto de privatizarlas y al mismo tiempo «legalizar» el despojo, como ocurrió con la electricidad, el petróleo, la minería, los ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, la banca, entre otros. 

Quizá lo más pertinente fuera que de la manera más democrática posible, en ejercicio de su soberanía, el pueblo mismo definiera qué es lo realmente estratégico en nuestro país y a partir de ahí se reconstruyan los cimientos del desarrollo nacional.  

Porque del ejercicio y fortalecimiento de la soberanía nacional y popular depende la facultad y posibilidad de ejercer una serie de derechos esenciales para aspirar a una vida digna, de ahí «[…] la importancia de comprender que es en el ámbito de la lucha política en donde, en verdad, se dirime la significación real de ese principio y donde es preciso demostrar la capacidad práctica para hacerlo valer no simplemente para creer en su vigencia porque una ley de alto rango lo asegura». [3] 

Salamanca, Gto. 17 de mayo de 2024.

Notas:

* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.

[1] Aguilar Monteverde, Alonso. Defensa de nuestra soberanía nacional y popular. México. Editorial Nuestro Tiempo, 1989, p. 16.

[2] Ibid. p. 18.

[3] Ibid. pp. 19-20.

 

“El Salmantino no es responsable de las opiniones vertidas por los editorialistas, sus opiniones son única y exclusivamente responsabilidad de quien la escribe”.

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