
Mientras algunos padres de familia de escuelas públicas se han organizado para limpiar y dar mantenimiento a los salones donde estudian sus hijos, no todos comparten el entusiasmo.
Entre opiniones divididas, lo que queda claro es el origen del problema: la falta de apoyo gubernamental para el mantenimiento escolar.
Durante este fin de semana, en varias primarias y preescolares del municipio, padres y madres acudieron voluntariamente a realizar labores de limpieza profunda: barrido, trapeado, lavado de baños y hasta retoques de pintura en muros y mobiliario escolar.
“Lo hacemos por nuestros hijos”, comentó la señora Martha Gómez, madre de familia, quien explicó que, aunque considera injusto que ellos mismos deban asumir esas tareas, prefiere colaborar a que su hija estudie en un ambiente sucio o deteriorado.
“Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hace”, señaló resignada.
Sin embargo, no todos comparten esta postura.
Otros padres expresaron su molestia y desaprobación ante esta situación, calificándola como una obligación que debería ser cubierta por las autoridades educativas y no por los contribuyentes de a pie.
“Nosotros ya pagamos impuestos, ¿por qué además tenemos que limpiar?”, reclamó Alejandro Ramírez, padre inconforme.
“Es responsabilidad del Estado garantizar el mantenimiento de las escuelas, no de los papás. Nos hacen sentir que si no ayudamos, perjudicamos a nuestros propios hijos, y eso no es justo.”
La situación expone un problema de fondo: el rezago en la asignación de recursos para infraestructura escolar.
Año tras año, las escuelas públicas deben estirar presupuestos mínimos para cubrir necesidades básicas, mientras que el mantenimiento de instalaciones queda relegado.
Aunque la Secretaría de Educación Pública señala que existen programas de apoyo para el mejoramiento de escuelas, en la práctica los recursos son insuficientes o no llegan a tiempo, obligando a directivos y padres a buscar soluciones emergentes.
“No es que los padres no quieran apoyar; es que no deberían ser ellos quienes cubran las omisiones del Estado”, comentó un docente de nivel primaria que prefirió no ser identificado.
Hasta el momento, autoridades estatales no han emitido una postura oficial ante las quejas.
Mientras tanto, el peso de mantener en condiciones dignas las escuelas sigue cayendo, una vez más, sobre los hombros de los ciudadanos.