El secuestro que llevó a la captura del líder de la banda internacional de guerrilleros y secuestradores, Raúl Julio Escobar Poblete, comandante Emilio, duró 78 días. El hecho fue denunciado por testigos, pero la policía de San Miguel desestimó la información, pues dijeron que no había certeza de que el hecho hubiera ocurrido.
Todo inició el 13 de marzo cuando una mujer francoestadounidense fue levantada afuera del restaurante Vía Orgánica, en calle Margarito Ledesma, en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Emilio y su gente, entre ellos varios extranjeros, habían seguido a la mujer y su familia durante varios días. Aquel lunes la esperaron frente al citado establecimiento. Cuando la tuvieron a la vista la sorprendieron y la subieron a un auto compacto de color blanco, con placas del Estado de México.
Después de que la familia recibió una llamada, en la que les exigieron un rescate millonario, en dólares, denunciaron el caso, primero ante la embajada de Estados Unidos y luego ante la Procuraduría de Justicia de Guanajuato.
Fueron 78 días los que la mujer estuvo privada de la libertad en una casa de seguridad que, ahora se sabe, está en San Miguel de Allende.
La clave para lograr la libertad de la mujer y detener al principal responsable del plagio e integrantes de su banda fue que a la víctima le mutilaron un dedo, el cual iban a entregar el 30 de mayo a su familia.
Reportes oficiales de la Procuraduría de Guanajuato indican que ese día Raúl Julio Escobar Poblete y un cómplice, aún prófugo, ofrecieron 500 pesos a un taxista para entregar en un hotel un paquete que contenía el dedo de la víctima.
El taxista desconfió, pues comenzó a ser seguido por una camioneta blanca, por lo que de inmediato dio aviso a policías, quienes detuvieron al conductor de esa unidad, ya que al abrir la caja descubrieron la extremidad y unos mensajes.
El conductor de la camioneta dijo llamarse Ramón Alberto Guerra Valencia, de 59 años, que era el nombre con el que el Comandante Emilio hacía una doble vida en México. Mostró una credencial de elector. Sin embargo, al continuar la indagatoria se supo que en realidad se trataba de Raúl Julio Escobar Poblete, guerrillero chileno en los 80 y 90 y líder en México de una banda de secuestradores.
Al analizar la circunstancia de este plagio se detectaron amplias similitudes con una decena de casos suscitados en San Miguel de Allende y el Bajío, como el del empresario Eduardo García Valseca y su esposa Jayne Rager, o el del senador Diego Fernández de Cevallos.
El representante legal de García Valseca detalló para El Financiero una serie de características del plagio de su cliente –de casi siete meses–, que podrían coincidir con otros casos. “No había comunicación telefónica; mandaban mensajes por Internet o avisos en los periódicos. Las víctimas estaban encueradas y metidas en una caja.
“Lo presionaban y torturaban; eran muy agresivos con la familia y la víctima. Un detalle más es que Eduardo alcanzó a percibir que uno de los secuestradores tenía un acento extraño, tipo sudamericano, además de que hablaba perfectamente inglés”, dijo.
Por ello, la Subprocuraduría Especial de Investigación en Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR ya analizan los expedientes de esos casos para establecer si la banda del Comandante Emilio está detrás
Con información de El Financiero