
Sobre el bulevar Clouthier, en Salamanca, la falta de educación vial salta a la vista: peatones cruzan sobre el arooyonvehicular en lugar de subir por el puente. ¿El costo? Poner en riesgo la vida por unos segundos ahorrados.
Diariamente, en horas pico, transeúntes, incluidos niños, se arriesgan cruzando por debajo del puente peatonal sobre el bulevar Clouthier en Salamanca, a las afueras de la colonia Aztlán, a fin de ahorrar unos cuantos segundos. Lo hacen con todo y la existenxia de largas escaleras y barandales diseñados para salvar vidas y no como decoración urbana.
En Salamanca, hay al menos siete puentes peatonales activos, distribuidos estratégicamente en avenidas como Clouthier, Hidalgo y comunidades aledañas como Palo Blanco; cuya función debería ser clara: obligar a los caminantes a desplazarse fuera del arroyo vehicular y reducir accidentes; sin embargo, su uso ha sido sistemáticamente ignorado por ciudadanos que priorizan comodidad sobre seguridad.
El Reglamento de Vialidad del municipio exige que los peatones transiten por las “zonas destinadas para peatones” y usen puentes elevados cuando existan. El incumplimiento puede acarrear consecuencias legales en caso de accidente: si el peatón no usó el puente obligatorio y resulta herido o muere, la responsabilidad legal puede recaer sobre él, al haber omitido una obligación de tránsito .
En el ámbito estatal, la Ley de Movilidad de Guanajuato, reformada en junio de 2024, otorga prioridad al peatón en vías públicas y obliga a autoridades a fomentar el uso de infraestructura peatonal adecuada . Sin embargo, se observa una brecha entre la legislación y la práctica: las autoridades destacan que trabajan en campañas de educación vial, pero la gente aún decide pasar por debajo de los puentes. Los puentes elevados de Salamanca ya no cumplen su función si no se usan.
Algunos ciudadanos señalan que es “más rápido” y “menos cansado” bajar escaleras o evitar subir al puente, especialmente para personas mayores o con discapacidad. Muchas veces esa “comodidad” termina siendo un carrusel de negligencias con consecuencias graves.
Infractores caminan por el arroyo vehicular pese a que el reglamento establece claramente que deben cruzar por puentes o en esquinas señaladas. Y en caso de colisión, ligados a la falta de uso correcto del puente, no solo pierden derechos al reclamar responsabilidad civil, sino que facilitan cualquier defensa legal del conductor implicado.
Es evidente que estos puentes deben dejar de ser vistos como obstáculos desagradables y ser reconocidos como salvavidas indispensables. La infraestructura está, la señalización está, la ley está; solo falta que la sociedad haga su parte. Porque mientras la cultura vial sea una frase vacía, los puentes no serán más que meros adornos en un bulevar concurrido.